domingo, 28 de marzo de 2010

68 años sin Miguel Hernandez



Hoy hacen 68 años de la muerte de Miguel Hernández, poeta del pueblo. Las enfermedades producto de las malas condiciones de vida impuestas en las cárceles franquistas pusieron fin a su joven vida.


Hace dos días que a Miguel Hernández se le ha devuelto la dignidad arrebatada por la dictadura franquista. En la Declaración de Reparación y Reconocimiento de Miguel aprobada por el Ministerio de Justicia, se reconoce que: “Miguel Hernández ingresó injustamente en la prisión y fue condenado a muerte en virtud de una sentencia dictada sin las debidas garantías por el ilegitimo Tribuna de Guerra”.

Ahora ya solo falta que se declare la nulidad de su condena a muerte, que sus familiares han solicitado a la Fiscalía General del Estado. Sería bueno que en el año de su centenario la dignidad de Miguel quedará totalmente restituida.

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)

. Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano.

. Alimentando lluvias, caracoles

Y órganos mi dolor sin instrumento,

a las desalentadas amapolas

. daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,

que por doler me duele hasta el aliento.

. Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado.

. No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.

. Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo

voy de mi corazón a mis asuntos.

. .Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo.

. No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada.

. En mis manos levanto una tormenta

de piedras, rayos y hachas estridentes

sedienta de catástrofe y hambrienta

. Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte

a parte a dentelladas secas y calientes.

. Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte

. Volverás a mi huerto y a mi higuera:

por los altos andamios de mis flores

pajareará tu alma colmenera

. de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.

. Alegrarás la sombra de mis cejas,

y tu sangre se irá a cada lado

disputando tu novia y las abejas.

. Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.

. A las aladas almas de las rosas...

de almendro de nata te requiero,:

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

. (1 0 de enero de 1936)

sábado, 27 de marzo de 2010

CAP. 2.42 DE DON QUIJOTE

En esto llegó don Quijote, y, sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había de partir a su gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano y se fue con él a su estancia, con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio.

Los duques habían quedado muy satisfechos con el catastrófico seudoviaje espacial, el cual no tuvo un muy “felice” aterrizaje o final para nuestros protagonistas: ya que acabaron rodando por el suelo del jardín, todo despeinados y empolvados. Aún con el buen sabor en la boca por la citada trastada a don Quijote y Sancho, los duques,  para no dejar de relamerse, traman otra aventura para divertirse a costa de ellos.

Llama el duque a Sancho y le dice que se desempolve y se lave las axilas, pues ha de probarse un traje nuevo para tomar presta posesión del mando de la ínsula. Pero Sancho, que ya se había calado (cual melón) al duque y la tomadura de pelo que se traía entre manos, le dijo al aristócrata que no merecía la pena ser gobernador de algo tan pequeño como un grano de mostaza, que todo es nada; y le solicitó que le concediera el mando de un pequeño territorio en el firmamento. El duque pensó que Sancho le pedía la Luna y le contestó que ahí arriba mandaba otro personaje más importante que él, nada menos que Dios. Pero que él le daría una ínsula con unas tierras tan fértiles y feraces que al poco de habitarla se sentiría como en el cielo.

Accede finalmente Sancho, porque tiene deseos de “probar el sabor del mando”, pues él en lo más que ha mandado hasta entonces ha sido a una piara de cerdos y un corral de pavos.

Le comunica el duque que esa misma tarde se ha de probar el nuevo traje, por si hay que “remangarle, cogerle un dobladillo o sacarle de las costuras” porque le apriete en las espaldas, ya que al día siguiente sería coronado gobernador de la ínsula.

-”Vístanme como quisieren -dijo Sancho- , que de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza”.

Sancho nos dice que el poder no lo cambiará; será costumbre en los mandatarios pronunciar esta falsa declaración de intenciones, la verdad es que queda muy humilde y elegante (Recuerdo que el Presidente Zapatero dijo estas palabras la noche electoral cuando se supo ganador).

En esto llegó don Quijote, y con la venia del duque cogió a Sancho por la mano y lo llevó a su aposento, lo sentó a su lado y con reposada voz le habló como un maestro habla a su discípulo amado (me suena a N. T.); con paternal afecto podríamos decir pues le llama hijo en varias ocasiones. Aunque también le dice que es un porro por temprano que se levante o tarde que se acueste y que ha tenido una grandísima suerte en que el duque la vaya a nombrar gobernador.

Don Quijote transmite a su escudero su más selecta sabiduría, le da los consejos que el mejor padre pueda dar a su hijo, para que sea el mejor de los gobernadores que en las ínsulas y otros dominios han sido.

Este discurso catoniano que Cervantes dirige a Sancho por boca de don Quijote nos descubre que el ilustre manco se consideraba más que preparado para desempeñar una función pública de primera magnitud, pero que las adversidades (apresamiento por los turcos) y mala suerte (incide bastante Cervantes en la importancia de la Fortuna), le han impedido conseguir.

Además, cuando Cervantes escribe estos capitulos que giran en torno a los duques, tiene ya conocimiento de la publicación del Quijote de Avellaneda, hecho que le hace sufrir enormemente; como si no tuviera ya bastante con las dolencias propias de la edad. Pero Cervantes se crece ante las adversidades. A lo largo de su ya larga vida no ha podido ser un personaje importante desempeñando algun cargo de maxima resposabilidad, pese a su valentía e ingenio. Y ahora, con 67 años a cuestas, agotando las noches y los días con su propio agotamiento físico, con tal de concluir su 2ª parte del Quijote, se encuentra con que un bellaco plagiario le ha echado la delantera y ha sacado a la luz pública un falso Quijote. Pero la gente no sabe que él está a punto de concluir su segunda entrega. Por lo tanto, no tiene más remedio que darse prisa en escribir, y escribir volcando su mayor ingenio y sabiduria;  pues los lectores, y la muerte, le esperan. Pocos meses después los lectores saborearán su libro y los gusanos sibaritas haran lo propio con  la carne que produjo la mejor sustancia intelectual que en el mundo se ha escrito.

Volviendo a los consejos que don Quijote da a Sancho, destacaría los dos primeros:

1º.- Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.
Menciono como caso curioso un estudio sobre estos consejos realizado por un profe de la Complutense de Madrid, en el que me llama mucho la atención como el citado docente se implica personalmente con el enunciado de este primer consejo. O tal vez yo no haya entendido bien sus palabras. Pero para mi entender que dice que los ateos no pueden alcanzar el grado de sabiduría ni de preparación integral que alcanzan los creyentes: leed el comentario que hace al primer consejo de don Quijote
"Y no se trata de mojigaterías, ni de milagrosos entronizadores de “santos” escogidos al azar, sino de algo mucho más profundo que le autoriza al hombre a formarse integralmente; y esta integridad de la preparación individual parece no fructificar en el reducido marco del ateísmo"    Para ver el texto completo clic aqui

2ª.-"Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse"

Stefan Zweig, en su ensayo (inconcluso por el suicidio -único problema filosófico importante-) sobre Montaigne, “inventor” del ensayo como genero, nos dice: “Lo que Montaigne busca es su yo interior, que no puede pertenecer al Estado, a la familia, a la época, a las circunstancias, al dinero o a la hacienda: es el yo interior al que Goethe llamaba su ciudadela y en la que no permitía la entrada a nadie".

Como aconseja don Quijote a Sancho: procura conocerte a ti mismo. Bucear por los bajos fondos de nuestra propia naturaleza para encontrar y conocer nuestros cimientos; a partir de ahí, de ese conocimiento, podremos abordar el mundo que nos rodea.

Montaigne  ( nacido en 1533, murió 10 años más joven...) como Cervantes son fuentes de sabiduría

Nota Revulsiva:

Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero

miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Dónde se encuentra la sabiduría?. Cervantes y Shakespeare: un estudio de Harold Bloom.


Cervantes y Shakespeare comparten la supremacía entre todos los escritores occidentales desde el Renacinchonmiento hasta ahora. Ellos son los autores capitales de Occidente, al menos desde Dante, y ningún otro escritor los ha igualado, ni Tostoi, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce.

La diferencia fundamental entre Cervantes y Shakespeare queda ejemplificada en la comparación entre don Quijote y Hamlet.
El caballero y el príncipe van a la busca de algo, pero no saben muy bien qué, por mucho que digan lo contrario. Hamlet es el embajador de la muerte ante nosotros. Don Quijote dice que su fin es destruir la injusticia. La injusticia máxima es la muerte, la esclavitud última. Liberar a los prisioneros, socorrer a los menesterosos, son la manera práctica que tiene el Caballero de luchar contra la muerte.

En las obras de Shakespeare él no aparece, ni siquiera en sus sonetos. Cervantes habita su gran libro de manera tan omnipresente que necesitamos darnos cuenta de que posee tres personalidades excepcionales: el Caballero, Sancho y el propio Cervantes. Y sin embargo, ¡qué astuta y sutil es la presencia de Cervantes!.

Don Quijote, el libro, es a la vez tragedia y comedia. Aunque permanecerá siempre como el nacimiento de la novela, y sigue siendo la mejor de todas las novelas, encuentro que su tristeza aumenta cada vez que la releo, y la convierte en la “Biblia española”, como llamó Unamuno a la más grande de todas las narraciones.

Estamos dentro de ese libro inmenso y gozamos del privilegio de oír las soberbias conversaciones entre el caballero y su escudero, aunque más a menudo somos trotamundos invisibles que acompañan a esa sublime pareja en sus aventuras y debacles.

(Harold Bloom: ¿“Dónde se encuentra la sabiduría?”, Taurus -pensamiento- 2005)

Micronota Revulsiva:
Como una pequeña indisposición (¡ Y mira que tenía “güena pinta la chuleta!!) me ha dejado hoy en tierra, y tal vez mañana tampoco podré salir de viaje, he aprovechado para hojear con el ojo izquierdo (el derecho está más vizco), este libro del autor del famoso (no sé si con fortuna para la literatura) “Cánon Occidental”. La verdad es que a mí éste, sobre la sabiduría de los grandes escritores que en la humanidad han sido, me gusta bastante.

sábado, 20 de marzo de 2010

COMENTARIO AL CAP. (2) 41 DE DON QUIJOTE

Sin duda alguna, Sancho, que ya debemos de llegar a la segunda región del aire, adonde se engendra el granizo, las nieves; los truenos, los relámpagos y los rayos se engendran en la tercera región, y si es que desta manera vamos subiendo, presto daremos en la región del fuego, y no sé yo cómo templar esta clavija para que no subamos donde nos abrasemos.

CAP. (2) 41

Se encontraban don Quijote, Sancho, los duques y toda la troupe del castillo, en el jardín a la hora acordada pero, Clavileño, el caballo volador prometido por Malambruno, se hacía de esperar. Y ya se sabe, el que espera se desespera. Don Quijote ya empezaba a imaginar conjeturas sobre Malambruno: será que ha cambiado de opinión el mago éste, será que hay retenciones de tráfico en las salidas aéreas de Candaya, o será que este protoencantador no estará encantado de presentarse a tomar singular batalla conmigo. A don Quijote le carcomían las dudas..., pero todas ellas eran infundadas porque, al momento, allí que se presentó un cuarteto de cimarrones personajes vestidos todos de verde lagarto, que resultó ser yedra, con el caballito de madera (tal cómo el que vi en la Casa Natal de Lorca, pero a medida de la gente adulta. Y es que para jugar no hay edad) a cuestas. Lo ponen de patas para abajo (que es lo normal, aunque sea de madera) y uno de ellos dice (que suba en este artilugio el que tenga “h..” -la gallina lo pone-. valor para ello):"          .-

Suba sobre esta máquina el que tuviere ánimo para ello.

-Aquí -dijo Sancho- yo no subo, porque ni tengo ánimo ni soy caballero.


Desde un principio, Sancho quiere echar el culo fuera de tan leñoso caballo, que él más utilidad le sacaría calentando bajo la chimenea de su casa: él nada sabía aún del “ardiente” desenlace de esta voladora historia.

Fue el duque quien tuvo que convencer a Sancho para que subiera sobre el caballo, dándole palabra de que a la vuelta le esperaba la ínsula, con todos sus ínsulanos en gran deseo de verle retornado, sano y salvo: "siempre que volviéredes hallaréis vuestra ínsula donde la dejáis, y a vuestros insulanos con el mesmo deseo de recebiros por su  gobernador".
Hay quien dice que la fe mueve montañas, difícil es de creer, lo que sí es seguro es que el dinero y los bienes materiales hacen milagros: Sancho es buena prueba de ello.

Quiso don Quijote intercambiar, secretamente, unas palabras con su escudero, y le dijo que por qué no se daba una tanda de 500 azotillos de nada, antes de partir a tan largo viaje, “ que el comenzar las cosas es tenerlas medio acabada”. Sancho recibió mucho enojo de tan desfavorable propuesta, y le dijo a su señor caballero, “Par Dios, que vuestra merced debe de ser menguado” (que es tonto o se lo hace, interpreto). Cómo se va a infringir un lote tan abultado de azotes si debe de salir de viaje raudo y veloz sobre el duro lomo de un caballo de madera; sus posas no son de mármol, sino de tierna carne, cual joven ternera.

Finalmente suben sobre Clavileño, con los ojos vendados, interpretando que empiezan a volar. Pasando por distintas regiones aéreas; tal la del viento, cuando les dirigen unos grandes fuelles que les despeinan el flequillo (yo, el de la foto, lo perdí tiempo ha); tal la del fuego, cuando les acercan al “testuz” unas antorchas encendidas. ¡Vaya, qué rápido se desplaza este artilugio!. Tres mil y tantas leguas, dijo Sancho antes, que debían navegar. Pues la cantidad en la distancia viene ahora a coincidir con los azotes a los que está obligado a darse el pobre Sancho. Azote por legua, viene a salir la cuenta; aunque ahi por los aires con tampoca estabilidad...

Para poner fin, los duques, a la pantomima que venían representando, pensaron celebrarlo, cual famosa fiesta que se precie, con una estruendosa traca final: “y, queriendo dar remate a la estraña y bien fabricada aventura, por la cola de Clavileño le pegaron fuego con unas estopas, y al punto, por estar el caballo lleno de cohetes tronadores, voló por los aires, con estraño ruido, y dio con don Quijote y con Sancho Panza en el suelo, medio chamuscados".

Don Quijote y Sancho acabaron rulando por el suelo, todo anonadados (este palabro no sale en el DRAE, siendo de uso frecuente) y algo chamuscados.

Cuando espabilan, los duques le preguntan a Sancho qué ha visto durante el viaje, y éste, siguiendo el hilo de la farsa, les contesta que ha visto La Tierra de un tamaño no mayor de un grano de mostaza, y asímismo los hombres como si fuesen avellanas. Luego les explica no sé qué de una piara de cabras espaciales (que resultaba ser una constelación, Las Pléyades). Él fue “cabrerizo” de joven, motivo por el que entiende de estos pastoreos. El duque quiere sonsacarle más información para ridiculizarlo, preguntándole si, como de caprinos iba la cosa, entre aquellas cabras no vería algún cabrón. Pero Sancho no se achanta de la agresividad burlesca del duque, contestándole con brío: “No, señor, pero oí decir que ninguno pasaba de los cuernos de la luna”.

Estas respuestas de Sancho suponen un punto de inflexión en cuanto a la inocencia que había mostrado en el transcurso de las burlas que los duques le habían infringido. Ahora Sancho les sigue el juego, acabando el burlador burlado. Don Quijote que se da cuenta de la maniobra, sella un acuerdo con su escudero: -Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la Cueva de Montesinos; Y NO OS DIGO MÁS” (A buen entendedor pocas palabras bastan).

Lo que no entiendo es por qué Cervantes, en el último párrafo, pone en boca de don Quijote tratamiento de usted para dirigirse a Sancho. Cuando don Quijote, toda la vida de dios, ha tuteado a su escudero. ¿Tal vez lo haga para conferir más solemnidad al mencionado pacto?.

Revulsiva Nota:
Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia dirige nuestro favorito profesor, experto en artes escenicas y otras lides, Pedro Ojeda Escudero
Saludos vespertino-sabáticos (pero sin descanso, sólo por ser sábado)

domingo, 14 de marzo de 2010

CAPs (2) 39 Y 40 de DON QUIJOTE

Y luego la Dolorida y las demás dueñas alzaron los antifaces con que cubiertas venían, y descubrieron los rostros, todos poblados de barbas, cuáles rubias, cuáles negras, cuáles blancas y cuáles albarrazadas

 CAPs (2) 39 Y 40

Siguiendo el hilo del cap. anterior, donde la Infanta Antonomasia quedó embarazadísima del cantarín y fabricajaulas Sr de Clavileño, ahora vemos cómo el Vicario, en vez de declarar a tan donjuenesco personaje, asaltacunas y pervertidor de menores, le concede el uso y disfrute del infantado de tan tierna criatura.

“De lo que recibió tanto enojo la reina doña Maguncia, madre de la infanta Antonomasia...” que le provocó un “suponsio” (y no “simposio”, que dijera Belén Esteban cuando vio a uno desmayarse) y la posterior muerte.
"Debió de morir, sin duda -dijo Sancho.
-¡Claro está! -respondió Trifaldín-, que en Candaya no se entierran las personas vivas, sino las muertas."

Sancho se refería a que no era tan grave el tal maridaje como para morirse del todo, que el chico tenía buen porte además de ser muy habilidoso.

Intervino don Quijote diciendo a la Condesa que continuara en su relato “que a mí se me trasluce que le falta por contar lo amargo lo hasta aquí dulce historia”.

“Tan amargo que en su comparación son dulces las tueras y sabrosas las adelfas”, añadió la dueña Trifaldi. (Puedo dar fe del amargor y nocividad de dichos vegetales, que si algún femenino caprino en estado de gravidez los come, al instante el animal quedaría desembarazado y a punto de descansar en su lecho de muerte).
Prosiguió La Dolorida: "apenas la cubrimos con la tierra y apenas le dimos el último vale, cuando,(...) puesto sobre un caballo de madera, pareció encima de la sepultura de la reina el gigante Malambruno, primo cormano de Maguncia, que junto con ser cruel era encantador, el cual con sus artes, en venganza de la muerte de su cormana, y por castigo del atrevimiento de don Clavijo, y por despecho de la demasía de Antonomasia, los dejó encantados sobre la mesma sepultura: a ella, convertida en una jimia de bronce, y a él, en un espantoso cocodrilo de un metal no conocido"

Malambruno puso como condición para desencantar a la joven pareja que fuera don Quijote a luchar con él en singular batalla; y que sólo la derrota que su brazo le infringiera haría posible el desencantamiento de los futuros padres.
No contento el susodicho Malambruno con el cambio de especie animalesca que produjo en ellos que, como ojeriza les tendría a las dueñas, cual buen escudero les tiene, pobló los rostros de éstas con espesas barbas de machorro y con diferentes tipos y colores de pelaje: “cuáles rubias, cuáles negras, cuáles blancas y cuales albarrazadas”. (Porque Malambruno no sólo era “encantador”, sino alegre e ingenioso, por ello lo de las barbas en multicolor).
                                                                                                                                                                                Rostros barbados de dueñas, que no quedarán lampiñas, o al menos lanugas, hasta que el forzado brazo de don Quijote doblegue al de Malambruno.

CAP. (2) 40 (" os suplico, andante ínclito y señor indomable...”)

Se inicia este cap. con una invitación a reconocer el mérito al primer autor de esta novela, Cide Hamete, a quien hay que agradecer su perfecta creación, ya que no deja átomo sin tocar; y la de sus “graciosos” personajes: que vivan muchos años “para gusto y general pasatiempo de los vivientes”(no para la Maguncia que fue enterrada muerta, según la costumbre).

Cuando Sancho ve que La Dolorida se desmaya al final de su relato, prorrumpe en maldiciones contra Malambruno por haber tratado tan cruelmente a las dueñas, poblándoles el rostro de barbas. Y es que Sancho es todo un caballero, y, aunque no simpatiza con el dueñesco mundo, a fin de cuentas féminas son y el no tolera que se les infrinja injusticia ni castigo alguno (o algunos?) (luego ante su Teresa seguro que agacha la cabeza).
Una de las barbadas dijo a Sancho que usaban unos “pegotes o parches pegajosos” que, aplicados a sus caras y luego despegándolos, arrancaban algunas pelambreras con los consiguientes chillidos de las damas de marras. (He aquí las precursoras de la depilación a la cera).

Todo por no gastarse un duro o guardar la decencia, "puesto que hay en Candaya mujeres que andan de casa en casa a quitar el vello y a pulir las cejas y hacer otros menjurjes tocantes a mujeres" (o sea, las primeras esteticiennes que en el mundo han sido)
Volvió en sí la Dolorida y don Quijote le prometió librarlas de aquella borra machuna, preguntándole qué debía hacer.
La Trifaldi le informa que, dado que el reino de Candaya está a más de cinco mil leguas, deberán de tomar como medio de transporte un caballo volador de madera llamado Clavileño el Alígero, haciendo honor a su nombre, porque se conduce por medio de una clavija y, además, es ligero como el viento. “y es lo bueno que el tal caballo ni come, ni duerme ni gasta herraduras, y lleva un portante por los aires, sin tener alas, que el que lleva encima puede llevar una taza llena de agua en la mano sin que se le derrame gota"
Sancho alega que él prefiere ir en su Rucio aunque no vuele, pero por la tierra no hay quien “le moje la oreja”.
¿Y para cuantos pasajeros está autorizado el tal caballo volador? -preguntó Sancho.
-Para dos, uno en la silla y otro en las ancas, contestó la Trifaldi. (No estaba Sancho dispuesto a viajar en ese caballo, además expuesto a que le denunciaran por ir en lugar no autorizado:las ancas).                                                                                                                                                                         
Y añadio Sancho:"pero pensar que tengo de subir en él, ni en la silla ni en las ancas, es pedir peras al olmo. ¡Bueno es que apenas puedo tenerme en mi rucio, y sobre un albarda más blanda que la mesma seda, y querrían ahora que me tuviese en unas ancas de tabla, sin cojín ni almohada alguna!"

Finalmente, para solidificar sus argumentos, declaró Sancho: "qué tienen que ver los escuderos con las aventuras de sus señores? ¿Hanse de llevar ellos la fama de las que acaban, y hemos de llevar nosotros el trabajo?"

No se dio por vencida la Condesa Trifaldi, y apeló al sentido caballeresco y solidario de sancho, rogándole se compadeciese de ellas por el lastimoso estado en que se encontraban. Eran unas mujeres olvidadas del mundo, nadie las socorrería. Sancho, que es un chico tierno de espíritu, acabó aceptando acompañar a su amo en tan largo viaje, e ir al fin del mundo si fuese preciso.

Y esperando que llegue el caballo volador termina este cap., en el siguiente veremos cómo se desarrolla tan intrigante y estrafalario viaje.


Nota Revulsiva:
Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia dirige nuestro "andante ínclito y señor indomable" (cual Quijote) profesor Pedro Ojeda Escudero.

sábado, 6 de marzo de 2010

Don Niceto Alcala-Zamora y los duques, con excusas (2) por Web.

Alcala-Zamora escucha a un acalorado Francesc Macia (primer Presidente de La Generlitat), y le dice: "por favor no me grites en la oreja que no estoy sordo". El catalan le pediria el oro y el moro al Presidente de la Republica, y este le contestaria pausado: "contra en vicio de pedir, la virtud de no dar".

Sobre los Duques, D. Niceto Alcala-Zamora y Torres -paisano de mi menda y primer Presidente de la II República Española- nos habla en la página 114 de su obra "El Pensamiento de El Quijote, visto por un abogado" en los siguientes términos:

"En la Segunda Parte la representación social de la aristocracia está confiada a los duques, quienes para ser más representativos e impersonales, son individuales desdibujadas, y ni siquiera se menciona el nombre de la población o lugar a que se refiera su título. De escasa inteligencia, pues no aparecen muestras de su ingenio, y sí tan sólo de su riqueza y afán de divertirse, no las dan tampoco de haber recibido y asimilado una educación excelente, de la cual y del talento son piedra de toque las bromas, quizá lo mejor para rehuirlas, y en todo caso para darlas con respeto y sin daño de la dignidad ajena, sin hacer de tan bajo y frívolo menester profesión de la existencia propia".

NOTA REVULSIVA: (Excusas, 2ª parte)

Aprovecho la brevedad del capítulo 2.39 para comentarlo junto al 2.40 la semana que viene.¿Y por qué (o, el porqué de) esta costumbre iniciada  por mi hace un par de semanas?, quizás para estar ocioso todo el fin de semana, empinando el codo, engrasando el gaznate o mullendo con las espaldas el otrora silvestre y ahora más domesticado colchón de látex.
Pues sí amigos, algo de esto se cumple, pero mayormente porque debo sacar tiempo para redactar textos destinados a una página web que Ojito Saltón está diseñando para el negocio. y yo como soy lentillo para las cosas de creación-invención del género fantástico, pues casi todo lo que escribiré estará lejos de la realidad, algo deberé de plagiar de otras páginas Webs, para eso hubo siempre otros antes que uno.

Si queréis ver cómo empezó Ojito a componerla: Página en construcción (no sé dónde fue a buscar los pájaros), para ver  clic en http://www.pricampo.es/

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.