"buscando algún método que no implique genitalidad porque Jaime y yo hace años que renunciamos a tener relaciones sexuales”. (Mírame pero no me toques)
Este último libro de la Trilogía no iba a librarse de la invasión sexual que se recoge en los dos primeros. Encontré algunas alusiones menos que en los otros, pero con ello, anoté citas de 17 páginas –aunque hay más- (22,33,35,78,66,79,82,105,109,112,123,125,149,189,191,228 y 233); y, si éstas me han parecido pocas…los dos libros anteriores pueden definirse como “entes decididamente sexuales”.
Destacaría la sexualidad del vetusto Benjamín (más imaginaria que real), que cuando el cuerpo le pide marcha, se va en busca de su sorda amiga Clarita, la cual le “comienza a hurgar en la bragueta. Juega con su pene que se queda a media erección, ganchudo, como sorprendido de verse al aire libre” (pág 82)
Luego está la sexualidad del asexuado Jaime, hijo de Benjamín –como ya sabemos- y conyugue “inactivo” de Sara –la rara…, u ostra según su suegro-. Aunque raritos sí que son los dos. Porque pretenden tener un hijo –según dice ella- “buscando algún método que no implique genitalidad porque Jaime y yo hace años que renunciamos a tener relaciones sexuales”. A continuación Jaime pone la guinda diciendo “Para Sara y para mí el sexo no es importante, todo lo contrario: nos violenta, nos repugna. Lo sabíamos antes de casarnos…” (Pág 191)
Yo pensaba que, a partir de esta página, el autor iba a convertir a Jaime en su alter ego. Pero mi imaginación quiso ir más allá que lo que el autor tenía pensado darnos. Imaginaba cómo Esquivias iba a crear todo un mundo argumental para trasmitirnos el caso de un hombre homosexual que convive con una mujer. Ella, perfectamente, podía ser lesbiana. Podía haber dado mucho juego la historia de un matrimonio entre un gay y una lesbiana…; sí, mi imaginación fue mucho más allá, pero Esquivias no quiso darme el gusto.
Finalmente encontré una frase en la que el autor, muy solapadamente, declara su homosexualidad. Sara compra como regalo de Navidad un par de libros a su suegro, Benjamín. Se los prepara “Su amiga Mila (…) tiene un novio al que visita todos sus días libres, y este chico, a su vez, conoce a un primo o amigo o vecino o novio del autor, y había conseguido su firma” (pág 69: ¿no es mucha casualidad que desvele su inclinación en esta página?)
Esquivias ha conseguido una muy sutil forma de decir que tiene novio.
Nota Revulsiva:
Este comentario pertenece al Cub de Lectura de La Acequia, dirigido por el Profesor Pedro Ojeda Escudero; a quien dios quiera aconsejar no nos recete leer otros tres libros en un trimestre.
Seguiremos con Bécquer, pero al mismo tiempo debo movilizar de sus estantes algunos ejemplares de Borges (Para un Foro en Priego, en Mayo. Borges me pone cardiaco)
Mostrando entradas con la etiqueta Sexo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sexo. Mostrar todas las entradas
sábado, 2 de abril de 2011
sábado, 19 de marzo de 2011
Sexo en La ciudad del Gran Rey (3)
Sabía del amor entre distintos seres vivos, incluso pertenecientes a distintos reinos. Pero no ha sido hasta hoy que he descubierto el amor vegetal, como se muestra en la imagen.
Bastante entretenido -y divertido- este libro que sí devoro con facilidad. Ya han caído bajo mis fauces las cien primeras páginas de "Viene la noche".
Continúa Esquivias con su refinado estilo (diáfano casi siempre, en este libro más), fina ironía y buen sentido del humor: eso también lo dicen de Borges, llegando a la conclusión de que es un tipo muy inteligente. Piropo que hago extensible a Esquivias.
La sucesión de frases geniales es ininterrumpida. ¡Qué de cuantos adjetivos apropiados encadena en cada exposición! ¡Qué bien escribe este tío! Ya lo dijo don Quijote "el que viaja mucho y lee mucho...." Y este chico se ve que cumple con el dicho de nuestro Sr. don Quijote.
Me pongo a escribir en mi revulsivo, a ver cómo sigue el SEXO
19 de Marzo de 2011 18:19
Práctica del onanismo (o, “¿nos hacemos unas pajillas?”, que dijera Torrente); en varias ocasiones se hace alusión a esta práctica, recogeré un par de citas. La primera impregnada de pena (la de Rodrigo), y la segunda de una alegría a la desesperada (la del padre Talí)
Pág 181 En el Burgos onírico-irracional en que se encuentran los personajes hace más frío que pelando rábanos –que dijera mi abuela-. Por ello, Rodrigo, “no se podía imaginar en otro lugar que no fuera bajo la montaña de mantas y sacos que había acumulado en el rincón donde estaba echado. Su única distracción era masturbarse. Lo había hecho tantas veces que le escocía el glande; aparte, cada nueva eyaculación sólo había servido para aumentar su aburrimiento. Pese a ser consciente de esto, en cuanto recuperaba fuerzas cerraba su puño y volvía a sacudirse el miembro, como si fuera esta la única manera de descargar su rabia".
Pág 381 El padre Talí se lamenta de que no encuentran a la persona adecuada, un enamorado, para girar la llave que abre la puerta por la que saldrían del purgatorio: “También yo amo el vino, la zarzuela y las malas mujeres, y sobre todo me amo a mí mismo, a mi pellejo, a mi vida miserable que va a acabar hoy (…). Si no hay enamorado no merece la pena que entremos ahí. Mejor es que dediquemos nuestras últimas horas a gozar de lo que más nos guste y nos conformemos con nuestra suerte. ¡Estamos muertos, señores! Ea, a divertirse. Yo voy a hacerme una paja" (jajaja. Nota: la risa es mía. En aquellas circunstancias, ¡no había otra!)
Homosexualidad. Pág 194 En ella encontramos el culmen del amor carnal entre dos varones; narrado con gran sutileza, agilidad y elegancia por lo que Esquivias sale bastante airoso del trance: “Rodrigo y Nadir apenas hablaron más, se desnudaron de forma somera, como si sólo necesitaran el concurso de los genitales y el vientre, y rodaron por el lecho de paja, con urgencia de acabar cuanto antes (…). Rodrigo en seguida supo que su compañero no le iba a permitir besarlo en la boca, pues no despegó los labios cuando quiso introducir en ellos su lengua, pero salvo tal inconveniente, todo se desarrolló con exaltada rapidez. Pronto de derramaron uno sobre el otro y permanecieron unos segundos abrazados, hasta recuperar el aliento”
Relatos intercalados: el libro está henchido de ellos. Soy de la opinión de que la calidad media de estos textos supera a la de la novela, cosa harto difícil, pero a mí me lo parece, ya que en “las distancias cortas” siempre se retiene más intensidad. Muestro uno de gran exaltación sensual y erótica (muy bueno, con mucha pasión): Pág 185 “Aquella muchacha, hija de la molinera del pueblo, descubrió las mieles del amor en el cuerpo de uno de los pastores del lugar, un joven moreno y oloroso que la poseyó bajo una encina una tarde de verano mientras los perros corrían a su alrededor, frenéticos y felices, como si celebraran el apareamiento de dos dioses. La chica nunca imaginó que su carne pudiera sentir tanta excitación. En el momento de mayor plenitud notó el pálpito de la tierra y así supo que la semilla del zagal había prendido en su entraña”
Revulsiva nota:
Quiero daros las gracias por vuestras visitas y palabras. Ya me encuentro más "desapocado", con más ganas de hacer cosas y dormir menos (con este libro me dormía a la segunda pág, aunque toda la culpa no es del libro jajaja, que no se entere Esquivias). De "Viene la noche" puedo leer 30 pág, escondido en el baño, de una sentada -y nunca mejor dicho-.
Hace varias semanas que tengo bajo mínimos la actividad boguera. Claro que "mi semana" bloguera se limita a tres horas del sábado tarde y alguna escapadilla en Domingo (Malo, pronto empezarán los caracoles; ahora que me acuerdo. AY querida Mildred!).
Bueno, que to este rollo es sólo para agradeceros vuestros buenos deseos y deciros que me duele no poder comentaros todas la semanas. Vale
Este comentario pertenece a la Red de Comentarios sobre la Trilogía Dantesca de Óscar Esquivias, que desde su blog La Acequia dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero.
Antonio Aguilera dijo... en La Acequia, “ ase una mijilla”Bastante entretenido -y divertido- este libro que sí devoro con facilidad. Ya han caído bajo mis fauces las cien primeras páginas de "Viene la noche".
Continúa Esquivias con su refinado estilo (diáfano casi siempre, en este libro más), fina ironía y buen sentido del humor: eso también lo dicen de Borges, llegando a la conclusión de que es un tipo muy inteligente. Piropo que hago extensible a Esquivias.
La sucesión de frases geniales es ininterrumpida. ¡Qué de cuantos adjetivos apropiados encadena en cada exposición! ¡Qué bien escribe este tío! Ya lo dijo don Quijote "el que viaja mucho y lee mucho...." Y este chico se ve que cumple con el dicho de nuestro Sr. don Quijote.
Me pongo a escribir en mi revulsivo, a ver cómo sigue el SEXO
19 de Marzo de 2011 18:19
Práctica del onanismo (o, “¿nos hacemos unas pajillas?”, que dijera Torrente); en varias ocasiones se hace alusión a esta práctica, recogeré un par de citas. La primera impregnada de pena (la de Rodrigo), y la segunda de una alegría a la desesperada (la del padre Talí)
Pág 181 En el Burgos onírico-irracional en que se encuentran los personajes hace más frío que pelando rábanos –que dijera mi abuela-. Por ello, Rodrigo, “no se podía imaginar en otro lugar que no fuera bajo la montaña de mantas y sacos que había acumulado en el rincón donde estaba echado. Su única distracción era masturbarse. Lo había hecho tantas veces que le escocía el glande; aparte, cada nueva eyaculación sólo había servido para aumentar su aburrimiento. Pese a ser consciente de esto, en cuanto recuperaba fuerzas cerraba su puño y volvía a sacudirse el miembro, como si fuera esta la única manera de descargar su rabia".
Pág 381 El padre Talí se lamenta de que no encuentran a la persona adecuada, un enamorado, para girar la llave que abre la puerta por la que saldrían del purgatorio: “También yo amo el vino, la zarzuela y las malas mujeres, y sobre todo me amo a mí mismo, a mi pellejo, a mi vida miserable que va a acabar hoy (…). Si no hay enamorado no merece la pena que entremos ahí. Mejor es que dediquemos nuestras últimas horas a gozar de lo que más nos guste y nos conformemos con nuestra suerte. ¡Estamos muertos, señores! Ea, a divertirse. Yo voy a hacerme una paja" (jajaja. Nota: la risa es mía. En aquellas circunstancias, ¡no había otra!)
Homosexualidad. Pág 194 En ella encontramos el culmen del amor carnal entre dos varones; narrado con gran sutileza, agilidad y elegancia por lo que Esquivias sale bastante airoso del trance: “Rodrigo y Nadir apenas hablaron más, se desnudaron de forma somera, como si sólo necesitaran el concurso de los genitales y el vientre, y rodaron por el lecho de paja, con urgencia de acabar cuanto antes (…). Rodrigo en seguida supo que su compañero no le iba a permitir besarlo en la boca, pues no despegó los labios cuando quiso introducir en ellos su lengua, pero salvo tal inconveniente, todo se desarrolló con exaltada rapidez. Pronto de derramaron uno sobre el otro y permanecieron unos segundos abrazados, hasta recuperar el aliento”
Relatos intercalados: el libro está henchido de ellos. Soy de la opinión de que la calidad media de estos textos supera a la de la novela, cosa harto difícil, pero a mí me lo parece, ya que en “las distancias cortas” siempre se retiene más intensidad. Muestro uno de gran exaltación sensual y erótica (muy bueno, con mucha pasión): Pág 185 “Aquella muchacha, hija de la molinera del pueblo, descubrió las mieles del amor en el cuerpo de uno de los pastores del lugar, un joven moreno y oloroso que la poseyó bajo una encina una tarde de verano mientras los perros corrían a su alrededor, frenéticos y felices, como si celebraran el apareamiento de dos dioses. La chica nunca imaginó que su carne pudiera sentir tanta excitación. En el momento de mayor plenitud notó el pálpito de la tierra y así supo que la semilla del zagal había prendido en su entraña”
Revulsiva nota:
Quiero daros las gracias por vuestras visitas y palabras. Ya me encuentro más "desapocado", con más ganas de hacer cosas y dormir menos (con este libro me dormía a la segunda pág, aunque toda la culpa no es del libro jajaja, que no se entere Esquivias). De "Viene la noche" puedo leer 30 pág, escondido en el baño, de una sentada -y nunca mejor dicho-.
Hace varias semanas que tengo bajo mínimos la actividad boguera. Claro que "mi semana" bloguera se limita a tres horas del sábado tarde y alguna escapadilla en Domingo (Malo, pronto empezarán los caracoles; ahora que me acuerdo. AY querida Mildred!).
Bueno, que to este rollo es sólo para agradeceros vuestros buenos deseos y deciros que me duele no poder comentaros todas la semanas. Vale
Etiquetas:
La ciudad del Gran Rey,
LIBROS RECOMENDADOS,
Óscar Esquivias,
Sexo
sábado, 12 de marzo de 2011
Sexo en La ciudad del Gran Rey (2)
"Allí había una frase que decía: Ai que dar mulé al Faisán. Junto a ella el dibujo de un ave (más parecida a un pato que a otra cosa) con las insignias de comandante y varios tiros en la barriga."
Hace un rato que he concluido la lectura del La ciudad del Gran Rey.
Destaco el depurado estilo de Esquivias, que aplica tanto a la novela realista como a la de ficción: aunque mi particular "apocamiento" no me ha hecho –me temo- cercana la fabulación de este segundo libro.
Según va uno cumpliendo años, va perdiendo la inocencia, pero- desgraciadamente- también la capacidad de absorción e interpretación. Por ello, a lo largo de su lectura, he tenido la sensación de haber perdido el tiempo: con una obra muy bien escrita, pero con un argumento que no conseguía atrapar. Me resistía a pensar que sólo fuera ficción por ficción (aunque esta opción es muy loable), con los cientos de ejemplares que me esperan en el cuarto de los libros (y ácaros y telarañas…) ,con desesperanza, por leer.
Espero "aprender" –y reírme- más con "Viene la noche" y encontrar claves para acabar desentrañando la ciudad del Gran Rey.
Vayamos en busca de SEXO (qué bien suena).
Pág 143 y 144 Donde sucede una escena bastante graciosa (me ha gustado y me he reído) y que –fuera tabús- es real como la vida misma.
Se refiere al acto sexual en solitario, en el cual se dan –obviamente- algunas carencias, pero que también tiene la ventaja de que nadie te va a reprochar el poco entusiasmo empleado. O algún otro defecto de forma (o de fondo).
El doctor Albiñana está usando el váter del blocao. El comandante Paisán se desespera aguardando que salga el doctor: “¡Doctor Albiñana! ¡Lleva tres cuartos de hora encerrado en el váter!
Al salir el doctor Albiñana del retrete vaporiza esta estancia con perfume. El comandante le reprende, pues le tenía prohibido usar el ambientador en el toilette. El Doctor se defiende, acusándolo de exceso de celo para con él; cuando en aquel habitáculo se producen comportamientos, más reprobables que una simple mezcla de perfumes, por otros sujetos de la guarnición.
El comandante le replica que no sabe de qué le habla, a lo que Albiñana contesta: “Sí que lo sabe. Piense, piense, comandante, en lo que hacen sus soldaditos cuando están solos ahí dentro. Algo muy, muy feo. El comandante suponía a qué se refería el doctor, ya que el retrete era el único lugar de la casa donde un hombre podía encontrarse a solas y tenía la seguridad de que muchos lo aprovechaban para masturbarse (…) Por ello salió en defensa de sus hombres: ¡Doctor! ¡Me sorprende usted! Debe ser tolerante con las efusiones de unos muchachos jóvenes que están aquí encerrados sin tocar hembra.”
Pero el Doctor no se refería a la práctica del onanismo, sino a las inscripciones hechas a punta de navaja en el envés de la puerta, “donde los soldados habían ido poniendo los nombres de sus pueblos y novias (…) siluetas de mujeres, sexos erectos. La frase que más destacaba era la que decía: CONCHITA PLAZA, TI VIA COMER. Bajo la palabra comer habían añadido en hilera partes de la anatomía de la muchacha que los soldados consideraban apetitosas: uno había puesto los labios, otro las tetas, uno el culo, el chocho, y así hasta completar todo lo nombrable en su cuerpo.
–Es normal que se acuerden de ella. Es la chica más guapa de Burgos (...)
- Comandante, ¿está ciego? Me refiero a esto Señaló el ángulo inferior.
Allí había una frase que decía: Ai que dar mulé al Faisán. Junto a ella el dibujo de un ave (más parecida a un pato que a otra cosa) con las insignias de comandante y varios tiros en la barriga."
Evidentemente los chicos “amaban en solitario” a Conchita Plaza cuando se encerraban en el retrete, pero también más de uno no quería bien al comandante Paisán.
Nota Revulsiva: (qué poquito me ha dado tiempo a escribir)
La lectura de esta escena me ha hecho reír bastante. Cosa excepcional en esta novela, que me ha resultado tediosa.
Admiro el magistral manejo del lenguaje que tiene Esquivias; muchísimas de sus frases son excelentes, originalísimas, asombrosas y únicas. Esquivias es un esteta literario, su estilo es depuradísimo, sabe emplear la palabra adecuada en el momento oportuno. He aprendido bastante léxico. Pero…, no sé por qué (o quizás sí), a mí no me apetecía una novela de ficción de estas características, no estaba preparado … ¡Mira que me repito!!
Hace un rato que he concluido la lectura del La ciudad del Gran Rey.
Destaco el depurado estilo de Esquivias, que aplica tanto a la novela realista como a la de ficción: aunque mi particular "apocamiento" no me ha hecho –me temo- cercana la fabulación de este segundo libro.
Según va uno cumpliendo años, va perdiendo la inocencia, pero- desgraciadamente- también la capacidad de absorción e interpretación. Por ello, a lo largo de su lectura, he tenido la sensación de haber perdido el tiempo: con una obra muy bien escrita, pero con un argumento que no conseguía atrapar. Me resistía a pensar que sólo fuera ficción por ficción (aunque esta opción es muy loable), con los cientos de ejemplares que me esperan en el cuarto de los libros (y ácaros y telarañas…) ,con desesperanza, por leer.
Espero "aprender" –y reírme- más con "Viene la noche" y encontrar claves para acabar desentrañando la ciudad del Gran Rey.
Vayamos en busca de SEXO (qué bien suena).
Pág 143 y 144 Donde sucede una escena bastante graciosa (me ha gustado y me he reído) y que –fuera tabús- es real como la vida misma.
Se refiere al acto sexual en solitario, en el cual se dan –obviamente- algunas carencias, pero que también tiene la ventaja de que nadie te va a reprochar el poco entusiasmo empleado. O algún otro defecto de forma (o de fondo).
El doctor Albiñana está usando el váter del blocao. El comandante Paisán se desespera aguardando que salga el doctor: “¡Doctor Albiñana! ¡Lleva tres cuartos de hora encerrado en el váter!
Al salir el doctor Albiñana del retrete vaporiza esta estancia con perfume. El comandante le reprende, pues le tenía prohibido usar el ambientador en el toilette. El Doctor se defiende, acusándolo de exceso de celo para con él; cuando en aquel habitáculo se producen comportamientos, más reprobables que una simple mezcla de perfumes, por otros sujetos de la guarnición.
El comandante le replica que no sabe de qué le habla, a lo que Albiñana contesta: “Sí que lo sabe. Piense, piense, comandante, en lo que hacen sus soldaditos cuando están solos ahí dentro. Algo muy, muy feo. El comandante suponía a qué se refería el doctor, ya que el retrete era el único lugar de la casa donde un hombre podía encontrarse a solas y tenía la seguridad de que muchos lo aprovechaban para masturbarse (…) Por ello salió en defensa de sus hombres: ¡Doctor! ¡Me sorprende usted! Debe ser tolerante con las efusiones de unos muchachos jóvenes que están aquí encerrados sin tocar hembra.”
Pero el Doctor no se refería a la práctica del onanismo, sino a las inscripciones hechas a punta de navaja en el envés de la puerta, “donde los soldados habían ido poniendo los nombres de sus pueblos y novias (…) siluetas de mujeres, sexos erectos. La frase que más destacaba era la que decía: CONCHITA PLAZA, TI VIA COMER. Bajo la palabra comer habían añadido en hilera partes de la anatomía de la muchacha que los soldados consideraban apetitosas: uno había puesto los labios, otro las tetas, uno el culo, el chocho, y así hasta completar todo lo nombrable en su cuerpo.
–Es normal que se acuerden de ella. Es la chica más guapa de Burgos (...)
- Comandante, ¿está ciego? Me refiero a esto Señaló el ángulo inferior.
Allí había una frase que decía: Ai que dar mulé al Faisán. Junto a ella el dibujo de un ave (más parecida a un pato que a otra cosa) con las insignias de comandante y varios tiros en la barriga."
Evidentemente los chicos “amaban en solitario” a Conchita Plaza cuando se encerraban en el retrete, pero también más de uno no quería bien al comandante Paisán.
Nota Revulsiva: (qué poquito me ha dado tiempo a escribir)
La lectura de esta escena me ha hecho reír bastante. Cosa excepcional en esta novela, que me ha resultado tediosa.
Admiro el magistral manejo del lenguaje que tiene Esquivias; muchísimas de sus frases son excelentes, originalísimas, asombrosas y únicas. Esquivias es un esteta literario, su estilo es depuradísimo, sabe emplear la palabra adecuada en el momento oportuno. He aprendido bastante léxico. Pero…, no sé por qué (o quizás sí), a mí no me apetecía una novela de ficción de estas características, no estaba preparado … ¡Mira que me repito!!
Etiquetas:
La ciudad del Gran Rey,
Óscar Esquivias,
Sexo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)