sábado, 24 de julio de 2010

EL ARCABUZAZO: EL QUIJOTE DE AVELLANEDA


Escribí en La Acequia:
Antonio Aguilera dijo...

Avellaneda, e incluso algunos ilustres literatos y estudiosos en general -Ojeda dixit en alguna ocasión-, no alcanzan a comprender la profundidad de la Primera Parte del Quijote. De esta forma, el plagiario continuador, se limita a mostrar sólo la faceta de loco de don Quijote; sin darse cuenta que todos los caracteres de los habitantes de la España del XVII estan recogidos en la citada Primera Parte. Don Quijote es un conglomerado de personalidades y sabidurías: por ello es, casi siempre, el perfecto alter ego de Cervantes; quien ha viajado y leído mucho, y por eso mismo sabe mucho (más o menos, escribió él).


Gracias a la recomendación de Abejita de la Vega, compré el libro de Manuel Fernández Álvarez “Cervantes visto por un historiador”. Observo cómo Abejita, en la vista de perfil de su blog, destaca como sus libros favoritos todos los de Fernández Álvarez, además de los de Delibes y otros. Esta laboriosa Abejita sabe dónde están las flores-libros de más calidad para elaborar la mejor miel, que son las entradas sobre El Quijote en su blog: gracias Abejita

Como las canículas y el laboro me tienen la neurona bloqueada (sí, creo que sólo me queda una), me voy a limitar –después de haber leído y escuchado en mp3 un par de veces el capítulo- a copiar del libro de Fernández Álvarez lo que me dé tiempo hasta que mi Mildred me reclame a su lado (me daré prisa porque es la 20:49 ahora “mesmo”). He buscado por Internete este libro para copiar y pegar pero no está disponible en gratis.

“A finales del verano de 1614 ó principios del otoño de aquel año, Cervantes tiene ya muy avanzado su libro. Ha escrito ya 58 capítulos, seis más de los que había parido en la primera parte, de forma que en cualquier momento podía preparar su final.

Y de pronto recibe en pleno rostro el gran arcabuzazo: alguien que se hacía llamar Alonso Fernández de Avellaneda se le había adelantado, publicando a su gusto otro Don Quijote.

…que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras

Un arcabuzazo que Cervantes sintió terriblemente. Además del robo de su idea, del que se jactaría en el Prólogo de la obra, su autor ofendía sin pudor alguno a Cervantes.

Habían pasado diez años desde la aparición de la Primera Parte. Demasiado tiempo. ¿Acaso Cervantes había abandonado su promesa de sacar la segunda? ¿No ocurriría como con su Galatea? Se le veía entretenido en publicar novelas cortas, comedias y entremeses.

¡Qué ocasión para un desaprensivo! Y el tal de Avellaneda, o el que firmaba con ese nombre, decide aprovechar el gran filón.

                                                                                     CONTINUARÁ......

Para el Grupo de Lectura del Quijote coordinado por el Profesor Pedro Ojeda Escudero desde La Acequia

domingo, 11 de julio de 2010

Imagen para el relato de Teresa Arroyo "Bipolar": Ego te absolvo

El blog de El Espolón no quiere publicar imágenes. Para leer el texto de Bipolar  clik aquí

Visiten el blog de Carlos Hugo Becerra, autor de la imagen que nos acompaña: http://carloshugobecerra.blogspot.com/

sábado, 10 de julio de 2010

Cap. 2. 57 DESPEDIDA DEL CASTILLO DE LOS DUQUES Y..., “A LA RECHERCHE DE LA LIGÁ PERDU”.

Tal vez las ligas de Altisidora fueran de encajes como la que se muestra en la imagen. Sancho dijo
a mí que me registren que las ligas no las tengo.


CAP 2.57

Con la venia de los duques, se encontraba don Quijote en la plaza del castillo, armado y acompañado de Sancho, presto a fatigar el camino a Zaragoza. Pero se torció un tanto la despedida por la aparición de la desvergonzada y atrevida Altisidora.

La doncella acusa a don Quijote, no sólo de hurtarle mil suspiros, sino además también de robarle tres tocadores y unas ligas. Faltó el canto de un pelo para que entrara don Quijote en combate con el duque; retado por éste, y acusado de latrocinio de las prendas menores de la doncella Altisidora. Don Quijote dijo al duque que de ninguna manera aceptaría el reto, él le debía agradecimiento eterno por todas las mercedes recibidas durante su estancia en el castillo.

Preguntado Sancho por don Quijote que si algo sabía de aquella pérdida de trapillos, tuvo que admitir el escudero que los tocadores de dormir se había apropiado indebidamente de ellos, porque el cauce normal para obtenerlos hubiese sido haberlos pedido cortésmente a la doncella, argumentándole que los necesitaba para recogerse el pelo a la hora de dormir, pues en todas las semanas que llevaba bajo el techo de los duques no había acudido al peluquero; y aquello ya no eran pelos sino greñas al estilo hippy. Ahora, de las ligas,  sí es verdad que él no sabe nada, que aunque greñudo, muy seguro de su virilidad, ni se le había pasado nunca por la cabeza convertirse en Drag Queen.

Altisidora, de magnánimo nombre,  pero despechada por amor -según su falsa representación-, enhebra una serie de insultos hacia don Quijote en un inesperado romance que recita de memoria delante de todos los circunstantes. Hasta la duquesa quedó boquiabierta de lo atrevida y lenguaraz de su doncella. Entre otras lindezas Altisidora acusa a don Quijote de rehuirla como a una serpiente fiera, ella que es corderilla y está lejos de ser oveja (o sea, tierna para hincarle el diente). En una estrofa muy graciosa y conseguida lo acusa del hurto antes mencionado: “Llévaste tres tocadores/ y unas ligas de unas piernas/ que al mármol puro se igualan/ en lisas, blancas y negras”. Finalmente le espeta unos esputos linguísticos en este romance, unas maldiciones que no se le desean ni al peor enemigo: como que nunca se produzca el desencanto de Dulcinea; que sus aventuras en desventuras se vuelvan; que pierda en el juego de naipes; y, finalmente, que padeciera varios sufrimientos físicos si al callista o dentista visitara, el uno que le apurase el callo hasta sangrar; el sacamuelas que le dejara los raigones sin extraer.

Para concluir, y no para rebajar precisamente el tono de la burla, Altisidora reconoce que se ha precipitado en la acusación del robo de las ligas, y que se acaba de percatar de que las tiene puestas (no sé por qué esta expresión crea una imagen mental en el lector masculino, en torno al blancor de las piernas portaligas, y sobre la altura en las que pudieran estar insertadas. Y es que este Cervantes después de todo es un viejo verde: la mente nunca se jubila).

Arreglado y esclarecido el asunto de las prendas accesorias, saluda don Quijote, bajando la cabeza, a los duques y circunstantes, seguido de Sancho, y toma el camino de Zaragoza.

Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia

sábado, 3 de julio de 2010

CAP 2.56 TOSILOS ENAMORADO

Repito esta imagen, fruto del ingeno de Ojito Saltón (cuando él finalice la web de Pricampo, le pediré que nos obsequie con algún collage...picantillo...) y que publiqué en fechas estivales. Pedro no necesita presentación (nótense las horas de gimnasio); Abejita, haciendo honor a su nombre, siempre enriqueciéndo su panal mental; Selma, a quien echamos mucho de menos y la siempre joven  maciza jubilata Merche Pallarés. El de la bacía y el sombrero creo que les sonará sus caras.

No le sirvieron de nada a don Quijote los entrenamientos previos y las horas de gimnasio para ponerse “cachas”, por el inminente duelo para cambio de estado civil, que iba a mantener con el usurpador de la honra de la hija de La Rodri. Ya nos advierte desde un principio, el verdadero autor de esta obra, de que algo inusual, atípico y fuera de toda lógica iba a suceder en el trascurso de la acción: de una descomunal batalla que no se celebrará por repentino enamoramiento.

Como ya vimos en el cap. de marras, el usurpador original de “la cosa” de la niña de La Rodri huyó a acompañar (o, a lo mejor, a cantar) flamenco-s; flamenco que era el “gachó”, como guerra y lata dieron los de Flandes. Más la identidad de este usurpador fue usurpada para poder enfrentarse con don Quijote por el Grande Lacayo Tosilos: designado directamente para tal empresa por los duques, que por nada del mundo se querían perder un duelo en el que participara el hidalgo manchego. Burlas y bufonadas de circo; humillaciones, distracciones y entretenimientos varios, a costa de nuestro caballero y escudero respectivo, no le faltaron a los duques:¡ qué aburrida será la vida en el castillo ducal cuando nuestra pareja falte!.

Previo a la salida al campo de batalla de los contendientes, los duques habían dado algunas instrucciones a su Gran Lacayo Tosilos, referente a los modos en los que debía embestir a don Quijote. Los duques no querían un gran derrame de sangre, todo lo más unos rasguños y magulladuras al más puro estilo gatuno, tal como ya recibiera don Quijote en días pasados.

Llega la hora de la verdad. Por una parte del campo aparece el Grande Lacayo Tosilos montado en un también grande caballo frisón que rondaba la tonelada de peso (qué manantial de chuletas para aquellos tiempos...e, incluso, para los de ahora). Tenía el frisón del Tosilos una arroba de lana en los bajos de cada extremidad, lo que dejaba dudas en cuanto si sería dañino en caso de ser embestido por ellas, o provocaría al sujeto pasivo una muerte tierna y algodonada.

En el otro extremo del campo estaba situado don Quijote; quien, una vez encomendado a su señora Dulcinea y a la madre que la parió (o, al dios que la creó) se lanzó a la carrera en busca del Tosilos; pero éste se había quedado inmóvil, prendado de la hermosura de la niña de La Rodri. Flechazo en el acto (bueno, antes del “acto”). Ahora él lucharía para casarse con ella, no para rechazarla; por lo que dice: “alto parao”, deténgase el duelo. Llama a voces al maese de campo y le comunica que se da por vencido. Cupido había hecho estragos en su corazón al ver la moza, ahora necesitaba masajes cardíacos de ella.

Al duque no le gustó el repentino cambio de opinión del lacayo, pues él lo que buscaba era diversión, no ver cómo nace un romance. Tampoco fue del agrado de don Quijote aquella decisión pro-apareamiento: con la de horas que había dedicado al gimnasio…, como para que ahora sólo pueda ser útil como testigo de boda.

La Rodri y su niña, al principio, se sintieron estafadas, al no reconocer en aquel lacayo al "flamenquín",  pero luego pensaron: “más vale pájaro en mano que ciento volando” y, “pájaro que vuela a la cazuela”; aquel Tosilos quizás no hiciese mal caldo. Lo chungo en aquel tiempo era “quedarse compuesta y sin novio” o “quedarse para vestir santos”.

Cervantes nos retrata la triste realidad de las chicas “desfloreadas” por algún chico, a las que luego no se acercaba ningún (o, ¿ninguno?) otro, por culpa de la maledicencia de la sociedad. No hace tantos años que aún se pensaba así en España. Algunos, incluso, las reservaban desde preadolescentes con tal de asegurarse el “desfloramiento original”.

Revulsiva nota:
Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia dirige el ahora más descansado profesor  Pedro Ojeda Escudero.
Se le agradece al autor de esta Verdadera Historia el que nos haya ofrecido esta semana un capítulo cortito: "la caló" dificulta la concentración, aunque esta tarde de sábado (sabadete, camisa y etc para el que pueda), ahora son las 8 de la tarde,  se ha levantado una brisilla más fresca que estos días atrás.

Tomaré de nuevo unos caracolillos con varias Buckler fresquitas a vuestra salud.

Felices vacaciones, en playa o donde les apetezca, a los docentes y alumnos  (los autónomos vamos a seguir como estábamos: la humedad, la del sudor y la de la ducha, que ahora funciona más)

Saludos

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.