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sábado, 2 de octubre de 2010

CAP 2. 69 Las torturas a Sancho: medicina santa

"La voz a ti debida" (Salinas 1933) y "Las aguas del olvido" (Aguilera 2.030)

Comentario que pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia  dirige nuestro  retratista preferido,  el profesor Pedro Ojeda Escudero


“APEÁRONSE los de a caballo, y, junto con los de a pie, tomando en peso y arrebatadamente a Sancho y a don Quijote, los entraron en el patio…”, fueron seis fornidos lacayos de los duques los que hubieron de meter a rastras a Sancho dentro de la plaza. A don Quijote, un solo sirviente esmirriado lo tomó en brazos y lo sentó junto a Sancho.

Habían preparado los duques en aquel patio o plaza interior un escenario con su correspondiente patio de butacas, donde se iba a representar “la muerte y resurrección de Altisidora”, la cual se encontraba en el centro del recinto fingiendo estar muerta de amor por desdén de don Quijote , tumbada sobre un túmulo funerario. Resucitó (no a los tres días) o “rebulló” de dolerle el lomo por estar tanto rato “supina”.

Allí sentaron a nuestra asustada pareja, proyecto de pastores en declive, y les ordenaron que no abrieran el pico en tanto se celebraba la ceremonia: “Salió, en esto, de través un ministro, y, llegándose a Sancho, le echó una ropa de bocací negro encima, toda pintada con llamas de fuego, y, quitándole la caperuza, le puso en la cabeza una coroza, al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio”

Se rió relajadamente don Quijote de Sancho –lo que da a entender que era consciente de que aquella representación se titulaba “Las bromas de los duques II Parte”- al verlo disfrazado de tal guisa. “Comenzó, en esto, a salir, al parecer, debajo del túmulo un son sumiso y agradable de flautas, que, por no ser impedido de alguna humana voz, porque en aquel sitio el mesmo silencio guardaba silencio a sí mismo” (silencio al cuadrado= vapor de cementerio). Se dejó ver un muchacho vestido a lo romano y acompañado de un arpa quien, con delicada voz, cantó un par de estancias, poemas de los más bellos que contiene El Quijote; en parte por ser plagio de la III Égloga -2ª estrofa- , de Garcilaso. También "uno del 27" puso título a un poemario suyo.
El último verso, asimismo, es muy adecuado para título de un libro de memorias: “las aguas del olvido”, que no descartaría un revulsivo servidor intitular las suyas si la vida autónoma y la edad le conceden permiso.

De pronto alzó una profunda y poderosa voz un personaje que dijo llamarse Radamanto, hermano de Minos, quien prescribió la receta para la resurrección de Altisidora:”¡Ea, ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros y sellad el rostro de Sancho con veinte y cuatro mamonas, y doce pellizcos y seis alfilerazos [en] brazos y lomos, que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora!“.

De ninguna manera estaba dispuesto Sancho a que aquella prescripción se llevara a cabo a costa del dolor de sus carnes. Y menos que le cachetearan dueñas, con la aversión y misoginia que le tenía él a este género de individuas. Tuvo que rogarle don Quijote a Sancho para que accediera, ya que en ello podía irle al excaballero un más rápido desencanto de Dulcinea: las carnes de Sancho, medicinales.

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.