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sábado, 19 de junio de 2010

COMENTARIO AL CAP 2.54 DE DON QUIJOTE


Venía Sancho a lomos de su rucio en busca del castillo de los duques para reencontrarse con don Quijote, pues es lo que más deseaba tras el reciente reencuentro con su rucio: veremos a ver si al hidalgo manchego le abraza Sancho del cuello y le besa la frente con el mismo cariño que a su jumento

Ya vimos en el cap anterior cómo n don Quijote prometió a la dueña Rodríguez que obligaría con la fuerza de su brazo al joven secuestra-inocencias para que cumpliese la palabra de matrimonio dada a su “ingenua” hija. Pero he aquí, que el joven labriego, cuando se enteró de que don Quijote le retaba a singular duelo, huyó a Flandes; y no porque le desagradara la joven “facilona”, sino porque le tenía pánico a la futura suegra: “puesto que el mozo estaba en Flandes, adonde se había ido huyendo, por no tener por suegra a doña Rodríguez” (¡Hay que ver el susto que se le tiene a la suegra!, yo más le temo a la hija….). Enterados los duques de la precipitada fuga del mozo, buscaron un sustituto para que se batiera con don Quijote: de ninguna manera pensaban ellos renunciar a tan extraordinario espectáculo.

Mientras estos asuntos se maquinaban, venía Sancho a lomos de su rucio en busca del castillo de los duques para reencontrarse con don Quijote, pues es lo que más deseaba tras el reencuentro con su rucio: veremos a ver si al hidalgo manchego le abraza Sancho del cuello y le besa la frente con el mismo cariño que a su jumento (hubo un tiempo… en el cual…,en la España profunda..., los rústicos tuvieron un cariño especial por las jumentas).

Coincide Sancho por el camino con media docena de peregrinos los cuales iban cantando en un raro lenguaje. Se dirigen al ya pretérito gobernador, éste piensa que le piden limosna, pues los peregrinos tienen fama de pedigüeños; Sancho les ofrece su mayor tesoro después del rucio, “el papeo” que le dieran sus falsos exinsulanos, el medio pan y el medio queso. Los peregrinos parece que no tienen hambre, de todas formas  agradecen a Sancho el detalle-penitencia. Es que este Sancho nuestro es un dechado de virtudes: constantemente demuestra su desprendimiento, sencillez y humanidad (¡Es más güeno…!).

Uno de los peregrinos quedó admirado de la fisonomía de Sancho:” habiéndole estado mirando uno dellos con mucha atención, arremetió a él, echándole los brazos por la cintura; en voz alta y muy castellana, dijo: -¡Válame Dios! ¿Qué es lo que veo? ¿Es posible que tengo en mis brazos al mi caro amigo, al mi buen vecino Sancho Panza? Sí tengo, sin duda, porque yo ni duermo, ni estoy ahora borracho”.

Sancho miró de arriba abajo al que aseguraba ser su vecino, pero no le reconocía; el peregrino insistió de nuevo: “-¿Cómo, y es posible, Sancho Panza hermano, que no conoces a tu vecino Ricote el morisco, tendero de tu lugar?” Vuelve Sancho a mirar con más detalle a aquel personaje, y ahora ya sí le reconoció, aunque no sin cierta dificultad por los estrafalarios ropajes que el tal fulano vestía: ” -¿Quién diablos te había de conocer, Ricote, en ese traje de moharracho que traes? Dime: ¿quién te ha hecho franchote, y cómo tienes atrevimiento de volver a España, donde si te cogen y conocen tendrás harta mala ventura?” Ricote, quien hacía honor a su nombre (escondía, incluso un tesoro), al contrario que Sancho,  que  sería “pobrote” o “pobrete” en bienes materiales, aunque no d´espíritu de lo que sí es bastante rico (lástima que de esto no se coma). Ricote, rico comerciante morisco, tuvo que coger las maletas y poner pies en polvorosa a causa de los edictos de expulsión de los moriscos que el rey de España promulgó poco tiempo antes de que Cervantes escribiera el capítulo que nos ocupa. Hechos reales son los que se narran; historia reciente de las dos primeras décadas del S.XVII: “novela histórica” la llamamos con la perspectiva del tiempo trascurrido; crónica de sociedad o actualidad en el momento en que Cervantes la escribió.

Ricote volvió para recuperar un tesoro que dejó enterrado en el momento de su apresurada fuga, ofreciendo a Sancho una buena cantidad de dineros para que le ayudara a exhumar el tesoro. Nuestro Sancho no acepta el dinero, ni mucho ni poco, arguyendo que él no es nada codicioso, y que va con prisa en busca de su amo.

Es curioso como Ricote, por la pluma de Cervantes, declara estar de acuerdo con el edicto de expulsión de los suyos, alabanzas incluidas al rey de España. Los motivos: por lo visto la gran cantidad de maleantes que entre los moriscos había; la ayuda que prestaban a los enemigos de la patria como los piratas argelinos para secuestrar embarcaciones españolas y, parece ser que eran muy ahorradores, con la consiguiente falta de inversión y tributación a las arcas del Estado

Revulsiva Nota:

Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia dirige nuestro incansable  profesor Pedro Ojeda Escudero.

Espero ponerme al día en mi regimen de visitas. Me disculpen y me tengan un poco de la "pasencia", "el currante autónomo tiene que currar a destajo  y aventar, como el "segaor", cuando corre aire: estos días se levantó una brisa suave; espero que no se convierta en huracán.

Abrasos revulsivos

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.