viernes, 7 de noviembre de 2008

COMENTARIO AL CAP. XXVI DE EL QUIJOTE





Si desean participar en la lectura compartida sobre el Quijote, pueden dirigirse al Blog La Acequia, coordinado por el profesor Pedro Ojeda.

CAP. XXVI DE DON QUIJOTE

Capítulo éste, verdaderamente fecundo en comicidad e hilaridad.
Primero que nada, nuestro caballero, duda si hacer penitencia a lo Roldán o a lo Amadìs; decantándose por las formas del autodenominado Beltenebros.
Nuestro Sr. D. Quijote hace juramento de que su señora Dulcinea está “entera como la madre que la parió”, ya que no ha “yacido” con ningún “morillo” ni ningún otro varón. Ésta es la gran diferencia entre él y el ultrajado Amadìs, cuya señora había “dormido más de dos siestas con el morillo Medoro. Su dulcinea, fin máximo de sus rocambolescas aventuras andantes, no ha sido tocada por nadie, y menos de un morillo que como todos, tiene el pelo “enrizado”.
A continuación, después de fabricarse un rosario con cortezas de Encina, se dedica nuestro caballero a grabar en los troncos de los árboles, poemas en alabanza de Dulcinea, de los cuales se conservan tres enteros. Cervantes se empeña, sin interrupción en toda la novela, en demostrar sus dotes para la lírica. Parece ser que de forma mediocre; usted Sr. Pedro Ojeda, especialista en estas lides versiculares podrá aclararme si Cervantes fue, o no fue, un aceptable bardo.
Me gusta el final de las estrofas: “….aquí lloró D. Quijote ausencias de Dulcinea….”. Creo que quedan “decentes”.
Sancho Panza se encamina a entregar el correo a la Sr. Dulcinea y en su pensamiento está la idea fija de cobrar los pollinos, que por ello cabalga entusiasmado. De pronto llegó a la venta de la manta “ y se vio de nuevo por los aires”. Allí se encuentra con el cura y el barbero, quienes le amenazan por aparecer con Rocinante y sin D. Quijote. Una vez que Sancho ofrece sus explicaciones y dicho que llevaba una carta a Dulcinea, de quien su señor estaba “enamorado hasta los hígados”.
Sancho tiene miedo de entrar en la venta, y pide al cura y al barbero que le saquen algo de comer, así como cebada para Rocinante. Hubiese, quizás, preferido ayunar que enfrentarse a la gente de la venta. Eso de volar por los aires no es lo suyo.
Finalmente, me gustaría destacar del ejemplo que ponen a Sancho, el cura y el barbero, sobre si su señor preferiría ser arzobispo o emperador. En el cual observamos lo ruin del espíritu humano, en el transcurso de todos los siglos. Por nada, Sancho, aceptaría ser sacristán o sucedáneo eclesial, pues él era casado, y lo más importante, que estos anejos a los clérigos reciben unos emolumentos muy nimios, comparado con los obtenidos en el ejercicio de gobernación de una ínsula, y las rentas que de ella sería beneficiario.
Ni qué decir, de lo que nos espera en el capítulo XXVII con el cura y el barbero disfrazados. Espero poder compartirlo con ustedes la semana que viene.
Gracias profesor Ojeda por brindarnos esta oportunidad.
Buenas tardes

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Gracias a ti por el comentario y por sumarte con estas ganas a la lectura! Doy cuenta en las Noticias del sábado.

María José dijo...

Antonio:
No es valiente el que no tiene miedo sino quien sabe vencerlo.

Así, nuestro Sancho, se dirigió hacia la posada con valentía a cumplir con el mandato de su amo, a pesar del miedo a ser manteado de nuevo.

Un saludo.

Carlos Alberto dijo...

Antonio:

Bueno, queda claro, a través de esta excelente entrada que has escrito para los amigos, tu intenso amor por la obra maestra de Cervantes. Se nota a la legua lo mucho que te gusta, lo mucho que la has disfrutado. Y las ganas que tienes de compartirla con el mundo.

Saludos.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Un saludo y bienvenido a la locura de cervantina del siglo XXI...vamos creciendo

Anónimo dijo...

O mi Dulcinea.. donde estás mi dulcinea!!.. Cual morillo te estará persiguiendo??!!!

Me gusta este blog.. el quijote es y será uno de mis libros favoritos.

Saludos
Hannibal

jg riobò dijo...

GRACIAS POR TU VISITA.
VEO QUE LA LOCURA CERVANTINA SE EXPANDE

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.