D. QUIJOTE CAP. XXVII
Capìtulo èste, el 27, el doble de largo que el anterior, y el doble de aburrido. Bueno, el XXVI no fue nada aburrido.
Mayormente se pone cansino, o a mi me lo parece, cuando el cura y el barbero se encuentran con Cardenio, y Cardenio continùa relatándoles sus poco afortunadas “batallitas sentimentales”.
Leyendo en la cama me encontraba, y el Quijote rodando por el suelo a cada instante. Èste fenómeno no me pasò en el cap. anterior.
Empieza el cap. con el cura y el barbero disfrazándose de doncella menesterosa y escudero de ella respectivamente. Pero el cura ha de dejar a la ventera, que le presta las ropas para transmutarse, su sotana que era “nueva”, en prenda o garantía del préstamo. De aquí, con el tiempo surgirían los famosos Montes de Piedad donde la gente empeñaba joyas sobre todo. La ventera se las arreglò con la sotana “nueva”.
Enumera a continuación, el autor, toda una serie de prendas de abrigo y adorno con las que se vistieron nuestros personajes, y da que pensar si Cervantes no estuviera titulado en Corte y Confecciòn por poseer tales conocimientos textiles. Prendas hechas en tiempos del rey Bamba. Aprovecho para preguntarte Pedro, que quien fue este rey, o què significa la expresión, pues el amigo académico Francisco Rico, no puso nota a pie de página para aclararlo.
Ya en camino, Sancho, el cura y el barbero se adentran en la sierra “negra”, y escuchan una voz que recita “ dulce y regaladamente” unos versos que no podrían ser de rùsticos ganaderos sino de discretos cortesanos. He aquí de nuevo que Cervantes no necesita “abuela” que le alabe sus dotes para con la poesía. Pues el mismo dice que los susodichos versos son de “discretos cortesanos”, y no de “rùsticos ganaderos”. Para ello, nos coloca un poema largo, y un soneto de aceptable factura. Al final de los poemas dice Cide Hamete: “ el canto se acabò con un profundo suspiro..”. Expresiòn èsta, de los profundos suspiros, acostumbrada de los caballeros enamorados, pues nuestro señor D. Quijote la pone en pràctica en varias ocasiones. Señal de estar enamorado hasta las “trancas”.
A partir de aquí comienza el relato que Cardenio comparte con los tres senderistas de Sierra Morena: Sancho, el barbero y el cura. A los pocos minutos, mi Quijote edición del cuarto centenario a instancias de las RAE y Cia, made in Alfaguara, se ve rodando violentamente por los suelos; tendrá algo que ver también los 1250 gramos de masa arborícola, entre unas cansadas manos de triste autónomo.
Una frase en la pàg. 270, me llamò la atención por incluir a tres de los cinco elementos, que eran los que en la antigüedad pensaban que conformaban el mundo: Aire, agua y fuego .” negándome el aire aliento para mis suspiros, y el agua humor para mis ojos; sòlo el fuego se acrecentò”.
Y ahora me disculpo, porque no vi antes los dos elementos restantes, tierra y cielo, que se encuentran justo en la frase anterior. Transcribo ahora dicha frase: “ …desamparado, a mi parecer, de todo el cielo, hecho enemigo de la tierra que me sustentaba…”. Ea! Pues en tres renglones tenemos los cinco elementos, y en este orden: cielo, tierra, aire, agua y fuego.
Si por algo, este libro es el que es.
Buenas tardes
4 comentarios:
Antonio:
Fíjate si por algo El Quijote es el que es, que después de tantos años de su publicación una cansadas manos de autónomo hacen revulsivos esfuerzos por sujetarlo. Su verdadero peso no está en los gramos sino en su contenido.
Un saludo.
Querido Antonio:
Suscribo lo dicho por Mª José y alabo tu comentario de texto.
Un abrazo.
Antonio, te hago una confesiòn. Solo pude leer ediciones revisadas del quijote.
La obra completa, siempre me pareciò pesada, como el Paraiso perdido, o el Ulises en mala traducciòn.
(confieso que he pecado!)
antonio
el quijote la verdad es que hace rato que no lo leo
es más donde PEDRO (la acequia) también los jueves es dedicado al quijote
no será mucho??
dejé muakis a coubertito por si acaso:-)
muakismuakis
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