sábado, 28 de agosto de 2010
CAP 2.64 Don Quijote despierta de su sueño
CAP 2.64 Don Quijote despierta de su sueño
Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que, desde su blog La Acequia, dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero.
Pequeño pero interesantísimo y ameno es el capítulo de hoy. En el anterior quedamos con el relato de que el novio de la hija de Ricote la tal Ana Félix, había quedado en manos del turco, y que para que éste lo liberara ella debía volver con oros y joyas de las que su padre Ricote dejó escondidos en el subsuelo español; bajo amenaza de que si no vuelve con las joyas, el turco daría buena cuenta del mozo, aunque estuviera disfrazado de moza: ya se descubriría cuando el turco –que tiene buen diente, seguro heredado de sus vecinos los antiguos griegos- le bajara las faldas.
Ante tan grave tesitura, don Quijote se ofrece rápido y veloz para liberar a Gaspar Gregorio, que así se llama el chico. Sancho también reacciona rápido y le dice a su amo: “¿pero ande va osted, nosta viendo questá la mar pormedio?” (huelga decir que lo incluido en el entrecomillado es cosecha de este revulsivo). Finalmente, toda la “peña” allí reunida decide que sea el renegado el que parta en busca del que quedó en prenda, antes de que nadie se quede prendado de su belleza cuasi femenina.
Otro día, saliendo don Quijote a pasear por las arenas de la playa (o sin arena: dicen que la Costa Brava en antaño era agreste, qua la arena la pusieron después los que reclamaban turismo…de playa) creyó tener un espejismo, pues vio venir hacia él a un armado caballero (no se mencionan las características de su caballo), en cuyo escudo lucía y casi deslumbraba una “resplandeciente luna”. Don Quijote quedó boquiabierto al verlo, pues pensaba que él era el último de una especie en extinción. Luego debió de preguntarle ¿quillo, tú de quien eres?”, porque se le escuchó al recién llegado decir:
“Insigne caballero y jamás como se debe alabado don Quijote de la Mancha, yo soy el Caballero de la Blanca Luna, cuyas inauditas hazañas quizá te le habrán traído a la memoria. Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos, en razón de hacerte conocer y confesar que mi dama, sea quien fuere, es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea del Toboso; la cual verdad si tú la confiesas de llano en llano, escusarás tu muerte y el trabajo que yo he de tomar en dártela; y si tú peleares y yo te venciere, no quiero otra satisfación sino que, dejando las armas y absteniéndote de buscar aventuras, te recojas y retires a tu lugar por tiempo de un año”.
Don Quijote le contesta al de la Blanca Luna que en su vida ha escuchado semejante nombre pero que, no obstante, acepta el reto, puesto que pone en entredicho la superior belleza de su sin par Dulcinea. De todas formas los lectores quedamos algo perplejos cuando a continuación leemos que don Quijote añade en cuanto a Dulcinea: “ y así, no diciéndoos que mentís,, sino que no acertáis en lo propuesto”. Don Quijote nunca ha visto a Dulcinea, si no es cuando Sancho lo engañó encantada en fea labradora. Nuestro hidalgo luchará por el ideal que él tiene de la señora de sus sueños, no por ella en realidad, que en todo caso sería la que ahechaba trigo, rubión del malo, y por gracia Aldonza Lorenzo. El caballero retador también tiene una señora ambigua, o tal vez ninguna “sea la que fuere” dice (esto ya es tocarle los cataplines a don Quijote).
Se preparan los contendientes para el duelo y, visto y no visto, corren uno hacia el otro. Rocinante reacciona, a medida de su jinete, más torpe y lento. Como un vendaval se cruzan con el de la Blanca Luna quien, sin rozarle siquiera, da con ellos en el suelo; amasijo de caballo y caballero a quienes se los llevó el aire: “como era más ligero el de la Blanca Luna, llegó a don Quijote a dos tercios andados de la carrera, y allí le encontró con tan poderosa fuerza, sin tocarle con la lanza (que la levantó, al parecer, de propósito), que dio con Rocinante y con don Quijote por el suelo una peligrosa caída”. Prácticamente no nos da tiempo a entender qué es lo que ha sucedido; Cervantes huye de dar explicaciones detalladas de la primera derrota "síquica" que sufre don Quijote. Sí nos queda claro que el vencedor no tenía propósito de hacerle daño a don Quijote.
El de la Blanca Luna le acerca la lanza a la visera de don Quijote, y éste acepta la mitad del trato convenido; o sea, colgar las armas al menos durante un año. En cuanto a la mayor o menor belleza de Dulcinea no se menciona ni media, no era lo importante para el que se esconde detrás de la armadura con resplandeciente media luna en su escudo. Ésta será la luna, no del alba de don Quijote, sino la de su ocaso. La que acaba con sus sueños; la noche como final del día y también de la vida de don Quijote. Nuestro hidalgo, una vez derrotado ya no quiere vivir, aunque el de la Blanca Luna (Cervantes) le deja la puerta entreabierta y sólo lo condena a un año de retiro;¡pero vamos...! Cervantes está ya bastante viejo y cansado como para tener ganas de una cuarta salida.
Termino con la voz de la frustración, de la derrota, que da significado al epígrafe del capítulo de hoy "Que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido”:
"Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra".
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10 comentarios:
Antonio, como siempre, aprendo algo en tu blog.
No es poco.
Oye, ve a leer el mìo, que mañana lo cambio.
Un abrazo.
La Costa Brava no empieza en Barcelona sino despues del Maresme... Aclarado ésto, mi querido Antonio, me ha encantado tu resumen. Creo que un año de descanso le va a venir muy bien a nuestro Quijo que de ahora en adelante (una vez que llegue a su destino) se convertirá en Don Alonso el cuerdo. Besotes quijotescos, M.
si nos sirve de pretexto para que descanse el viejo caballero...pues bien...; pero amigo, no es oro todo lo que reluce ese sinvergüenza viene a darle candela al vejete...salud amigo y menos caló....
Acepta el reto en el que resulta derrotado por defender sus ideales. ¡Es un Caballero!
Asi es, amigo Antonio: estoy morenillo, jejeje.
(ya te contaré...)
;)
Estupendisimo tu analisis, como siempre, amigo.
Un abrazo...!
Tengo las neuronas pegás de tanto calor como está cayendo. Menos mal q leer cosas interesantes como las q escribes te refrescan un poco la mente y septiembre está ya aquí.
Me permito iterar la frase con la q terminas tu siempre genial artículo comentario, llevan mucha emoción y sentimiento esas palabras:
"Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra".
Broche precioso para cerrar un post.
1 abrazo
El guapo mancebo cristiano que se disfraza de mora tiene sólo dieciocho años: me lo imaginaba mayor por la primera parte del relato.
Cervantes le pone a DQ un año de convalecencia en su locura: es la esperanza de Sancho de poder hacer rentable la locura de su amo.
Los cuerdos de atar le cortan las alas de la imaginación a DQ en las playas del crisol de culturas del Mare Nostrum. No puede caber más paradoja.
El retorno de los calores acelera más de lo recomendable la maduración de la cosecha de tomates.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho la forma en la que has visto el significado del título y el contraste entre la intensidad del capítulo y su brevedad.
El pobre Gregorio las estará pasando canutas, con tanto baño turco.
Los sueños, eso es, el fin de los sueños, esos que nos ayudan a vivir, aunque ya sabemos que los sueños sueños son. Don Quijote sabe que todo está perdido, que va a ser derrotado, pero allá que va. ¡Viva don Quijote!
Vete a tu aldea, don Alonso, a ponerte los pantuflos y su vellorí de lo más fino. Lo malo es que lo que te espera no es el sillón sino la cama y...
Un abrazo
Cualquiera no despierta del sueño con tamaño batacazo (por lo del título de la entrada, digo).si no lo hiciera es que estaba ya muerto.
Besos
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