sábado, 7 de agosto de 2010

CAP 2.60 Los muchachos siempre fueron traviesos: también en Barcelona.

                        Dibujo de la entrada de don Quijote en Barcelona, de Gustave Doré

Para El Grupo de Lectura del Quijote, dirigido por el Profesor Pedro Ojeda desde La Acequia


No cesó la actividad en los tres días y tres noches en los cuales don Quijote y Sancho acompañaron a Roque Guinart. Si durante el día “unas veces huían sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién”, durante la noche jugaban a dormir de pie (e incluso, a ver quién duraba más a "la patita coja") para no hacerlo profundamente, mudando así el dormitorio telúrico de un lugar a otro. Y es que este tal Roque bandolero no se fiaba ni de la ropa que llevaba puesto

Usando “caminos deshusados, por atajos...”, y veredas de cabras, finalmente Roque y media docena de sus secuaces acompañaron a don Quijote y Sancho hasta la playa de Barcelona. Pudieron comprobar lo “ espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera”, que era el charco más grande que, hasta ese momento, ellos habían visto.

Y no fue casual el día de la llegada de nuestros personajes a la playa de Barcelona: la víspera del día de San Juan, en cuya noche, en aquella playa, se celebraba “fiestorro gorro”. Dado que, el otro día mencionado “historiador moderno”, había fastidiado a don Quijote la participación en la Justas de Zaragoza, ahora nuestro jovial hidalgo no estaba dispuesto a consentir que el aragonés anónimo  le privara de pasar una divertida Noche de San Juan (con sus carnes a la parrilla, posterior botellón saltando descalzo sobre las hogueras: que él no se iba a quemar, y si se quemara, estoicamente, no se quejaría)

Deja Roque a nuestra ilustre pareja en manos de un servidor suyo, para que ejerza con ellos (cual Merche: saludos) de guía turístico. El delegado de Roque da la bienvenida a don Quijote, no con los piropos de antaño “flor, nata y espuma...”, sino con otros más modernos e iluminadores “Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante “. Don Quijote agradece al bandolero-guía su ofrecimiento con esta acertada frase: “Si cortesías engendran cortesías, la vuestra, señor caballero, es hija o parienta muy cercana de las del gran Roque” (Cervantes no ahorra halagos hacia Roque Guinart, cuya historia, parece le tiene fascinado).

Se adentran don Quijote y Sancho en Barcelona guiados por el guía mencionado. Es la primera vez que nuestra ilustre pareja pasean por una gran ciudad. Pero como gamberros hay en todas partes, algunos de ellos pusieron unas “aliagas” bajo la cola de Rocinante y el rucio, provocándoles un grandísimo escozor en sus respectivas posaderas. Aquellos pobres animales, que no habían sentido nunca aquel calor infernal en tan blando sitio, empezaron a dar mil saltos, y “corcovos”, hasta que dieron con sus jinetes en el suelo; para risa y disfrute de todos los viandantes.

Continúa Cervantes en la misma línea de humillar y ridiculizar, siempre que se presenta la ocasión, a don Quijote y Sancho. Quiere que El Quijote no sea sólo un libro para ilustrados, sino que el pueblo llano, sin estudios en su completa mayoría, disfrute y ría con sus aventuras y desventuras (sobretodo con las desventuras) a mandíbula batiente: a unos y a otros, a nadie dejaría indiferente.

Nota Revulsiva:

Nada de interés que destacar. Los caracoles ya se acabaron; ahora por lo visto, a estas alturas del estío, les sale un parásito gusano.

9 comentarios:

Raimundo dijo...

Ignoro qué es aliaga, don Antonio, pero debe ser algo muy feo. Me guío por los saltos que pegaron Rocinante y su compañero. Hay que ser muy gamberro, muy jue'pucha, para ponerles esos fuegos ardientes en los fondillos a las bestias.

Un saludo sincero, don Antonio Aguilera.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Quillo...vaya lavado de cara le diste al blog.... En fin gamberros los hay por todas partes....pero si no llega a ser por el "refregón" de las ortigas por los.... de los equinos....el Quijote no sería tal....siento que por tu tierra no haya bichitos de cuernos... Por aquí nos quedan aún.... Bichitos me refiero....so mal pensao....saludos.

El Gaucho Santillán dijo...

Educativo y simpàtico, como siempre, Antonio.

El lunes, subo un capìtulo del conde Von Mentecat, y tu, eres uno de sus guardaespaldas.

Veràs que participaciòn te he dado!!!


Saludos

Merche Pallarés dijo...

¡Válgame por todos los dioses! ¿A los caracoles les ha entrado un bichito? Bueno, pues a aguantarte Antonio Aguilera que si no, te empachas...
A nuestros héroes, como vamos viendo, no paran de hacerles burlas; siempre caen y quedan magullados, pobrecitos. Besotes, M.
P.D. Gracias por la mención en el comentario de tu prestigioso y renovado blog (la única que no ha cambiado por ahora, ni piensa hacerlo, soy eu)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Entrar en Barcelona -entonces y ahora- es darse cuenta de que alli algo ha cambiado. Es curioso que sea la única ciudad del Quijote.

Abejita de la Vega dijo...

Eso de cambiar tanto el dormitorio telúrico debe ser agotador, aunque lo de dormir en pie es peor. Vida dura la del bandolero, mas don Quijote admira su lado aventurero, lo demás no. El pobre Quijo de chorizo nada de nada.

Menudo charco pensarían estos dos aldeanos que no han visto nada más grande que las de Ruidera y los poblachones manchegos. Barcelona se queda con el honor de ser la ciudad del Quijote, algo que no sé si gustará a los catalanistas radicales, que los hay...como españolistas radicales, que los hay, ya lo creo.

El fiestorro gorro, según Martín de Riquer, no es el del solsticiio, el de las hogueras. Es el 29 de agosto, fecha en que la Santa Madre Iglesia celebra su Degollación, es decir, cuando le rebanaron el pescuezo por orden de una mala mujer.
Lo de los caracoles, mira que te lo dije yo. Que los de abril para mí, los de mayo para mi amo y de ahí en adelante crían parásito. Sabiduría refranesca.

Cervantes quiere dar su ración de risas al que busca eso, busca más clientela, normal.

Alguien pregunta por las aliagas, flores amarillas, olorosas y espinosas que pienso que se dan en toda la piel de toro. Aulaga, genista...son otros de sus nombres. A mí me gusta su olor y cierta vez las puse en un jarrón, eludiendo los pinchazos.No lo vuelvo a intentar. Es que soy abejita...
Un abrazo

Asun dijo...

Los imagino a los dos boquiabiertos mirando "el charco" y cayéndoseles la baba de su inmensidad.

Tranquilo por los de los caracolillos. Seguro que encuentras un sustituto.

Besos

Paco Cuesta dijo...

Supongo que la aventura, al igual que la política, hace extraños compañeros de cama.

Anónimo dijo...

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ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.