Dice la leyenda que hermafrodita, que tenía atributos tanto masculinos como femeninos, al contemplar la belleza de su cuerpo ante el espejo, se excitaba sexualmente y dichos atributos modificaban su estado de relajación estando prestos a entrar en acción.
No he leído aún medio libro del que nos ocupa estos días "Inquietud en el Paraíso", por lo que todavía no estoy en condiciones de emitir unas visiones más o menos definitivas o acertadas sobre él; para mí todo es relativo, y lo que hoy parece blanco mañana es de un gris nítido o de un verde pradera primaveral: sea inducido, o no, por el autor de la obra. Esta perspectiva me produce un tanto de pudor y por ello tengo mis reticencias a la hora de exteriorizar mis opiniones. Uno de mis recursos para que mi ignorancia no quede en evidencia es usar y, a veces, abusar del ¿buen? humor: el resultado a veces puede salir cómico y otras ridículo. Pero en cualquier caso se sale airoso. Además me consuela escuchar (sobre todo de nuestro querido Maese Pedro), que cada lector hace su propia lectura del libro; como cada persona, como las huellas dactilares, es un mundo.
Bueno, esta perorata introductoria viene a cuento porque, como he dicho más arriba, no sé de momento dar una opinión global de lo que llevo leído (tal vez nunca la dé).
Me voy a centrar en algunos detalles senso-sexuales que me han llamado la atención de lo, hasta ahora, leído.
Pág. 12.- Me llama la atención encontrar la siguiente expresión –que es respuesta para sí mismo- nada más leer la 2ª pag cuando el doctor Albiñana pregunta a Rodrigo por su nombre ( Rubén le da pistas) : ¡Yo soy aquel que, cuando Amor me inspira, escribo cuanto me dice y así lo canto! ¡Quien quiera conocer a Amor, puede mirar el temblor de mis ojos! –Pues ese soy yo-
Continúa con la siguiente respuesta interior cuando el doctor Albiñana le pregunta por sus progenitores: “Fue el Dios Apolo, bajo apariencia de pastor, quien fecundó a mi madre entre los laureles del Peloponeso” No me extraña que en la cuna del Cid a un hijo varón se le llame Rodrigo (nombre sonoro y significativo, que dijera don Quijote), símbolo de virilidad con fuerte aroma a testosterona. Al escuchar estas respuestas más bien me imagino a Oscar Wilde, a Rosalía o a Becquer, pero nunca pensaría en nadie llamado Rodrigo. Me produce una clara dicotomía mental. Aunque no somos responsables de nuestro nombre, no nos consultaron al elegirlo.
Pág. 59.- Aquí nos encontramos a Rodrigo acompañando hasta su casa a un beodo Eduardo Ontañón, quien aprovechando su estado de embriaguez, por las copas de más ingeridas tras la conferencia en el teatro, le va soltando algunas perlas al seminarista (es vox populis que sólo los niños y los borrachos dicen la verdad): El matrimonio es una filfa. Te da una hembra pero te quita todas la demás`, ¡ay qué tortura! ¡Qué suerte tienes tú Rodrigo con que no te gusten las mujeres! (….). Un sacerdote (siquiera en potencia) no tiene sexo. La batalla contra la carne era interior, sorda y cada cual se las apañaba como mejor podía. Era algo de lo que no se hablaba nunca, ni en el seminario ni fuera. Y menos cuando la tentación no tenía forma de hembra. Si en los pensamientos de Rodrigo la tentación no tenía forma de “Eva” (como a algunos nos trae por la calle de la amargura) es porque la tendría en forma de Adán. Más claro el agua. Esquivias es un gran profesional describiendo estas sensibilidades, con un muy logrado y sutil estilo poéticol.
Pág. 60 Pero Ontañón había asegurado hacía meses que el paseo de los Curas, por la noche era el “paseo de los Chicos”. Esa simple frase, dejada caer al azar en una charla le había llenado de pálpitos a Gorostiza (que éste es el apellido de Rodrigo), cuya fantasía prendía en cualquier alusión oscura y se arraigaba y crecía poderosa. Creo que queda más que de sobra demostrado la exquisita sensibilidad y habilidad de Esquivias al tratar el tema de la homosexualidad (¿con conocimiento de causa de primera mano?)
REVULSIVA NOTA:
Son las 8 de la tarde y he agotado el tiempo disponible para postear. Intentaré hacer una segunda entrada sobre la "senso-sexualidad" en cuanto pueda. Y leer la 180 páginas que me quedan..............
10 comentarios:
yo no lo hubiese dejado más claro, pero ya comentan algunos compañeros la condición sexual del escritor...también me había llamado la atención la opinión sexual del curilla y de las barbaridades del militar (que por otro lado deja claro su machismo inusitado)...
buena visión...a mi se me hace cuesta...un abrazo
El escritor va dejando pinceladas que guían al lector atento. Son detalles de buen novelista. Bien seleccionados los momentos claves que nos indican la inclinación sexual del seminarista. La sexualidad en un seminario es un asunto controvertido, no cabe duda que el autor se ha documentado también en este asunto, como en otros muchos. La novela tiene muchas horas de trabajo de preescritura.
No deja de tratar ningún asunto relativo a la sexualidad, no importa lo escabroso que pueda ser. Me estoy acordando del asunto de un maestro que es sustituido por abusar de alguno de sus alumnos. Dice que los alumnos ahora son como Diputados, antes servían para lo que hiciera falta.
Excelente capacidad de análisis y no te quejes tanto.
Un abrazo.
Hay que ver que cierto es eso de que cada lector hace su propia lectura, porque todos esos párrafos que resaltas también a mi me había llamado la atención pero no se me había ocurrido relacionarlos entre sí bajo el título de "senso-sexualidad". Bueno, ni bajo ese título ni bajo ninguno, directamente no se me había ocurrido relacionarlos.
Besos
Ja,ja...ASUN. Pues mira, aquí discrepo contigo porque yo sí las relacioné... Antonio tu aportación senso-sexual es muy acertada y según ABEJITA parece que sí Esquivias es homosexual y lo admite abiertamente lo cual me parece MUY bien. Me encanta su exquisita sensibilidad. Ya he acabado el libro y me ha gustado mucho, hay que adentrarse en él y seguro que TUCCI y tú lo disfrutareis. Muchos besotes, M.
Mi Señor Aguilera,
Será ya, que veo todas las sexualidades tan normales que no me fijo en ellas ;-)
En las 40 primeras páginas (únicas gratis encontradas y leídas al momento), no puedo apreciar la posible homosexualidad del varón, enamoradizo y seminarista Rodrigo, pero no sería de extrañar que lo resaltado por usted bien pudiese ser como lo explica.
Habría entonces que añadir aquel otro pasaje en el Salón Rojo cuando se observa: "Más allá del decorado, no veía en él nada atractivo. Bueno, sólo una cosa: un óleo que representaba una escena mitológica, llena de dioses jóvenes con sus cuerpos desnudos en mitad de un jardín. Pero Rodrigo se apartó en seguida de su cercanía, un poco azorado."
Aunque yo sigo sin verlo definitivo, al menos por pruebas tan circunstanciales.
Qué el vivito y coleante Señor Óscar Esquivias sea realmente homosexual o hetero o bisexual, no me importa mucho, al menos que su esencia transmutada como autor de esta trilogía dantesca fuese el motivo soterrado de ser expulsado del armario con disparatada gracia en palabras de su personaje Albiñana al asegurar que Dante Alioli era un bragazas y un marica.
No descanse tanto y un cordial saludo,
Suyo Z+-----
Antonio: no pierdas la pista del tema de la sexualidad en la obra. Te dará mucho jugo...
Es un abanico grandioso de personajes, esperaré un poco para juzgar.
pues que torpiña que soy porque no lo ví tan claro como tú, ni de lejos, ni de cerca... si que hay un pequeño atisbo pero de ahí a poder afirmarlo!... tal vez es porque suelo ver a las personas asexuadas en general, me importa muy poco si son hetero, homo o bi... no le doy importancia alguna y de ahí que se me pasase por alto.
tu entrada es ocurrente y muy muy perspicaz, vaya que sí.
biquiños y sigue así en esa línea porque nos beneficicaremos todos.
No me había planteado si Rodrigo Gorostiza es lo uno o lo otro, sólo lo veía como un joven soñador, amigo de la lectura y adolescente con las hormonas revueltas. El cuadro mitológico, el paseo de los "chicos"...no había reparado en ello. Sin embargo, en "·Pampanitos verdes", lo vi clarísimo.
La sexualidad, homo o hetero, flota en estas páginas, como elemento importante. Sí reparé, sin embargo, en el abominable machismo de Albiñana y en el chiste qe cuenta un militar de un mal gusto de antología. Esquivias pone de manifiesto la repugnancia que le producen tipejos así.
La lectura es algo muy subjetivo y , como dce Pedro, una lectura tiene muchas lecturas.
Un abrazo, Antonio
Estoy de acuerdo con Pedro, en La Ciudad del Gran Rey, hay unos correlatos dentro del relato, que son exquisitos, para tu enfoque.
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