
Si quieres oir el diálogo que tuvo el padre con su hijo hace un momento, pulsa en el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=b5LK6vxiYpI
No toleraba don Quijote, que el canónigo quisiera incluir a los Libros de Caballería, en la lista de libros de ficción. Máxime, cuando los citados libros son impresos con la venia de su Majestad, y son leídos gustosamente por ricos y pobres, por cultos e iletrados; causando en todos ellos grandísimo placer.
Y, ¿cómo iban a ser de ficción o imaginarios aquellos libros, si narran quiénes son el padre y la madre que lo gozó y parió respectivamente, al caballero?, con otros detalles que se dan punto por punto, como por ejemplo, si la ensalada le gustaba con más o menos sal.
En cuanto a que estos libros, se encuentren en las listas de más vendidos, no le pone objeción don Quijote. Lo que no está de acuerdo ni con el canónigo ni con Manuel Rodríguez Rivero, nuestro Sr. don Quijote, es en que no sean ciertas y en que no posean un enjundioso mensaje.
Así escribe, el sábado pasado, en el Babelia (suplemento literario del diario El País) el reputado crítico, autoridad literaria, antes mencionado: “Las mesas de novedades de las librerías están abarrotadas de historias inanes compuestas sin talento y torpemente”.
¿Quién nos librará a nosotros, pecadores por desconocimiento (el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento), de las garras de un libro de éstos que describe Rodríguez Rivero?.
¿Quién pondrá en nuestro camino, a ese mesías-orientador, que nos saque de la confusión de pirámides-libros de contenido huero o tóxico (porque se crean toxicómanos, si no somáticos, sí cerebrales).
María José apuntó la frase de Larra, quién dice, que en el libro menos esperado encontramos una importante enseñanza.
Argumento en todo punto cierto, pero, ¿no será mejor leer libros que todo en ellos sea una enseñanza, una obra de arte; y no tener que esperar, a que quizás sí o quizás no, encontremos algo brillante?.
Apostemos por valores seguros porque (y repito): “Es tan corta la vida y son tantos los libros” (porque en noches como ésta… NO lo tuve entre mis brazos: el buen libro).
Totalmente de acuerdo, con quien dijo que, los auténticos libros de caballería de hoy son los programas (de nuevo tóxicos) de la TV basura. Ahí sí que hay cantidades industriales de basura……pero vamos, que la mayoría de los libros best seller también lo son (no he dicho todos).
Sigamos con don Quijote, quien, como ejemplo de sus afirmaciones, improvisó una historia caballeresca; la que podríamos denominar como el culmen de las caballerescas aventuras. Donde es la más bella de todas las doncellas, la que reclama con voz “tristísima”, la intervención del esforzado brazo del caballero andante. Pero esta vez, en vez de galopar tendrá que bucear, ya que se desarrolla en el “licor”(líquido elemento), pero pegajoso y repugnante; lleno de toda clase de reptiles (culebras, lagartos etc, aún no se tenía conocimiento de los dinosaurios, si no, hubiera descrito paisajes de Parque Jurásico).
Una vez sumergido en tan asqueroso elemento, se cambian las tornas, y de repente se encuentra en unos floridos campos que no tienen nada que envidiarle a los Elíseos. Aparece un precioso castillo, que contiene un gran cuarto de baño, dentro del cual, una legión de preciosas damas lo pone en cueros y lo refriegan con diversos afeites hasta quedar bien aromatizado (en los campos de batalla no hay muchas ocasiones de bañarse, y ya desprendía un tufillo…). Acto seguido, lo visten con las mejores galas, lo sientan en trono de marfil, le sirven exquisitos manjares y le ponen serena música de fondo (esto es un hedonista de lujo). Pero el Caballero del Lago se carga el cuadro: ¿cómo se pone a mondarse los dientes (los cuales la mitad estarían carcomidos por las caries, y la otra mitad, sencillamente no existirían ya) delante de tan sabrosas damas?, y máxime, cuando ya va llegando otra, la más hermosa de todas: se había quedado rezagada en el (los o la, tal vez) toilettes.
Pero ésta ya es la definitiva, la que lo va a “distraer” con deliciosos cuentos…(esto es un tío con suerte).
No pasan segundos, cuando don Quijote nos sorprende con un sencillo acto de humildad, diciéndonos: “De mí se decir que, después que soy caballero andante, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, prisiones , de encantos;..”. Parece que al Sr. Cervantes se le ha despistado “la olla” y disfruta hablando de él mismo: “valiente, bien criado, sufridor de cárceles…”.
Ahora toca agasajar a Sancho, de quien dice el de la figura triste, que es el mejor hombre del mundo y que, de momento que pueda lo recompensará con la prometida ínsula. Formula aprendida del Amadís de Gaula, quien hizo a su escudero conde de la Ínsula Firme (que éstas no se van a la deriva).
Lo único que teme nuestro caballero, es que Sancho no sepa gobernarla. Sancho, que oye estas palabras, defiende su talento en gestión y dirección de empresas. Y que, a unas malas, la daría en renta, dedicándose a descansar a “pierna tendida, gozando de la renta que le dan”.
Continúan nuestros personajes con el almuerzo sentados en aquel frondoso prado verde, cuando de repente, escuchan un tropel como de varias legiones romanas, pero se trata simplemente de una humilde cabrilla que, a causa de su fogoso ciclo ovárico, estaba buscando un cabro que le pusiese remedio a aquel contratiempo. La sencilla “rumianta” venía seguida a traspiés de su amo quien, a grito limpio, pretendía frenarla: ¡Manchada, Manchada!.
Los comensales serenan al cabrero, le ofrecen de comer, lo que él acepta, y a cambio del alimento los va a recompensar con un relato que, como ya hemos comprobado en anteriores ocasiones, es el mejor y digestivo ingrediente para la comida.
La cabra, al parecer aficionada a los relatos del cabrero, se recostó junto a su amo, y mirándole a la cara parece que le dijera: venga, empieza cuando quieras, que te estamos esperando.
REVULSIVA NOTA:
Continúo publicando los viernes de pasión –quijotesca-, a última hora de la tarde. Es cuando me permite mi situación laboral, durante la semana viajo cuasi sin interrupción. Durante el fin de semana, en cuatro escapadillas, puedo visitar a los colegas blogueros; aunque a cada instante tenga que escuchar una voz que se “desgañita” diciendo: “Antonioooooo, ¿otra vez estás con el dichoso Internéeeeeeeeee? (parece una cabra).
Este revulsivo comentario pertenece a la lectura-locura colectiva que desde el blog La Acequia nos mima y dirige el (ya menos griposo) profesor Pedro Ojeda Escudero.
P.S ( no leer Play Station):
Tucci, hoy quizás te compre una ruedecilla para el ratón. Creo que me pasé de largooooo.