lunes, 12 de noviembre de 2007


LA MUERTE DE DON QUIJOTE

Unifico en este título dos palabras que son de especial relevancia y significación para mí: MUERTE Y DON QUIJOTE .y que juntas ejercen una sinergia que multiplica por mucho su poder de reflexión.
Sería imposible para mí hacer un trabajo exhaustivo y profundo sobre el tema, sobre todo por el océano de bibliografía que existe al respecto. Intentaré bucear un poco, haciendo referencia a algunos textos que estoy ojeando estos días, y mis confidentes son: Fernando Savater, Miguel de Unamuno, Bertrand Russell, Rubén Darío etc, haré pasar estas confidencias por la batidora de mi mínimo intelecto y a ver qué sale. Bueno añado a un gran confidente que ya olvidaba y que es Harold Bloon.

Pronuncia Sancho Panza muy afligido al final de la novela las siguientes palabras:
“No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombreen esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben sino las de la melancolía”
Es el momento en que Sancho por fin ha comprendido la misión aparentemente absurda del caballero andante, revelación que le llega precisamente cuando D. Quijote la abandona y se resigna a morir. La verdadera locura consiste en dejar de cabalgar y echarse a morir.
He aquí el entusiasta peán con el que D. Miguel de Unamuno celebra el momento de iluminación final del escudero:
“!Oh, heroico Sancho, y cuán pocos advierten el que ganaste la cumbre de la locura cuando tu amo se despeñaba en el abismo de la sensatez, y que sobre su lecho de muerte irradiaba tu fe; tu fe, Sancho; la fe de ti, que ni has muerto ni morirás! D. Quijote perdió su fe y murióse: tú la cobraste y vives; era preciso que él muriera en desengaño para que en engaño vivificante vivas tu”
(Vida de D. Quijote y sancho de M. de Unamuno, parte II, cap.LXXIV.)

Para negarnos a la muerte, hay que elegir una empresa, una cruzada, un propósito que se quiera invulnerable y que nos haga deambular sobre la faz de la tierra –a nosotros, que nos sabemos mortales, que lo único cierto e inapelable que conocemos es nuestra mortalidad irrevocable—como si fuésemos inaccesibles a la muerte.
La saludable locura quijotesca opta por la caballería andante, pero otros muchos vitales desvaríos alternativos son imaginables y no menos eficaces, mientras el letal desengaño no nos despierte de ellos. La mayoría serán éticos o sea que consistirán en alguna formulación de eterno deber de pelear contra el mal. Lo formuló muy bien otro heredero de D. Quijote, con inequívocas trazas de Sancho Panza, Gilbert Keith Chesterton, cuando escribía en una de sus novelas: “Combatir el mal es el origen de todo placer y hasta de toda diversión (en La taberna errante). De diversión hablando, ¿ha señalado alguien alguna vez que, con todos sus quebrantos y frustraciones, el loco D. Quijote siempre da la impresión al lector de divertirse prodigiosamente acometiendo sus menguadas hazañas?. Por eso mismo también nos resulta divertida la novela a los lectores. Queda claro que el Quijote no es un libro melancólico. No, no lo es : en verdad el objetivo de la historia es denunciar y combatir la melancolía. Porque la melancolía es la enfermedad mortal que nos aqueja, en el sentido literal del término: la enfermedad propia de quienes se saben mortales y, desde el realismo de la necesidad, comprenden lo inútil de todos los esfuerzos humanos. El humorismo cervantino desafía la melancolía y propone a un personaje delirante y bravo que se enfrenta a ella. Alonso Quijano se convierte en D. Quijote para escapar a la melancolía mortal que le amenaza en su mediana edad, y lo consigue.
El único fracaso de la ética es no poder vencer a la pereza paralizadora, y nuestro hidalgo es cualquier cosa menos perezoso. D. Quijote no muere de quijotismo sino de renunciar finalmente a serlo y volver al alonsoquijanismo melancólico.
Cervantes no escribe su novela para burlarse de D. Quijote sino para burlarse de los que se burlan de él.
Escribe Unamuno:” D. Quijote pierde el juicio por nosotros, para nuestro provecho, para dejarnos un ejemplo eterno de generosidad espiritual”. Es decir, don Quijote se vuelve loco para expiar nuestra monotonía, nuestra miserable falta de imaginación.
El Quijote es una obra festiva y no un lamento fúnebre sobre la condición humana.
Refiere Bertrand Russel cómo en su infancia escuchaba admirado las grandes risotadas de su abuelo lord Jhon Russell, solemne ministro de la reina Victoria, cuando en sus ratos de ocio leía la novela de Cervantes.

Como en toda liturgia que se precie, acabaremos con una oración:

¡Ora por nosotros, señor de los tristes,
Que de fuerza alientas y de sueños vistes,
Coronado del áureo yelmo de ilusión;
Que nadie ha podido vencer todavía,
Por la adarga al brazo, toda fantasía,
Y la lanza en ristre, toda corazón!. (Letanías a Nuestro Señor D. Quijote, Rubén Darío)

Me despido con esta petición al más universal de nuestros personajes literarios,
Al que espero que en un corto plazo metamos mano en nuestro foro.

Saludos a todos de Antonio Aguilera

21 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

Antonio: Me voy a dar el gusto de decirte que he leído varios libros de Bertrand Arthur William Russell (y espero tener el tiempo necesario para seguir leyendo más.) Era un hombre extraordinario, al que admiro muchísimo. Siempre me gustó que se presentara como «un escéptico apasionado.» ¡Me encanta esa frase! ¡Yo también soy un escéptico apasionado! Como Carl Sagan, como Isaac Asimov, como Demócrito de Abdera.

Antonio: Prefiero saber la VERDAD, por dolorosa que sea. Eso es lo quiero.

Carlos Alberto dijo...

Antonio: «La mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir de melancolía.»

Esto me hizo pensar en los ancianos: ¿Cuántos se mueren de melancolia, de profunda tristeza, de infinita soledad? Pienso en esos pobres viejos abandonados en los asilos por sus familias (me doy cuenta que, a veces, no hay otra opción. Sencillamente no hay tiempo para cuidarlos.) Hace un par de semanas pasé por la puerta de un lujoso asilo para ancianos. Delante de la casa había un hermoso jardín, con muchas plantas y flores. Detrás de las plantas podía verse un portón con barras de hierro. Detrás, sentado en una silla, solito y triste en su inmensa soledad, un pobre viejo leyendo el diario. Las barras de hierro del portón me hicieron pensar en las dolorosas amarguras de una cárcel. Ese pobre hombre, apartado para siempre de la sociedad (que muy poco o nada quiere saber de los viejos), estaba pasando sus últimos años en una cárcel, una cárcel para ancianos. Eso es lo que ví, Antonio, eso es lo que sentí. Ojala esté yo equivocado.

Carlos Alberto dijo...

Antonio: «La verdadera locura consiste en dejar de cabalgar y echarse a morir.»

Esto me hizo pensar en René Favaloro, el cardiocirujano argentino (de él leí dos libros maravillosos: «Confesiones de un médico rural» y «De La Pampa a los Estados Unidos».) Favaloro decía, Antonio, que el día que se quedara sin proyectos, sin metas que cumplir, habría llegado el momento de irse, el momento de partir. A Favaloro le gustaba «Cabalgar contra el viento.» Así lo hizo hasta el final, hasta que no pudo más, porque la burocracia argentina (que le debía muchísimo dinero, la misma burocracia que nunca reconoció el valor, la grandeza y la belleza interior de este hombre) lo venció, lo derrotó. Y entonces René Favaloro, que dejó los Estados Unidos (donde le ofrecían fortunas para que se quedara) y volvió a su país a hacer patria, se encerró en el baño de su departamento, cerró la puerta, y se pegó un tiro en el corazón.

Carlos Alberto dijo...

Sí, Antonio, nuestra mortalidad es irrevocable. Me gustaría mucho vivir para siempre. Me gustaría mucho que hubiera otras vidas que disfrutar. Pero la triste verdad, la tristísima verdad, es que ésta es la única vida que tenemos. Es una pena, una enorme tristeza, pero no hay nada que podamos hacer al respecto.

Somos, Antonio, las últimas generaciones que conocerán la vejez y la muerte. Se está acercando lentamente, muy lentamente para nosotros, el milagro esperado. La ciencia, Antonio, va a derrotar a la vejez, no hay ninguna duda de eso. Todo parece indicar que luego, por raro o imposible que nos parezca, va a derrotar a nuestra terrible enemiga: la Muerte.

¡Benditos los que estén vivos para ver y disfrutar esos milagros!

Carlos Alberto dijo...

Antonio: «Don Quijote pierde el juicio por nosotros.»

Esto me hizo pensar en R. D. Laing. Laing dijo que: «La reacción esquizofrénica es la única manera equilibrada para tratar con un mundo loco.» De acuerdo con Laing, la gente normal que se ajusta a esta vida loca es la que pierde su sano juicio.

Carlos Alberto dijo...

Antonio: Si vas a visitarme, ingresa en mi blog: «Gigantes que desaparecen.» No ingreses en «Nos encontraremos en el infierno.» (Allí está lo peor de mí.)

¡Muy bueno lo tuyo! ¡Excelente blog!

¡Saludos!

Carlos Alberto dijo...

Posdata: Ví que en tu texto anterior hablabas de Jorge Luis Borges. Soy un agradecido lector de Borges. Así que me voy a dar otro gustito (no puedo evitarlo.) Éstos son los libros de Borges que he leído hasta ahora:

1) Ficciones (varias veces)
2) El Aleph (dos veces)
3) Biblioteca personal
4) El informe de Brodie (varias veces)
5) Prólogos con un prólogo de prólogos
6) Otras inquisiciones
7) El Libro de Arena (varias veces)
8) Historia de la Eternidad
9) El Libro de los Seres Imaginarios
10) Introducción a la literatura inglesa
11) Introducción a la literatura norteamericana
12) Atlas

«Ficciones» es uno de los mejores libros que he leído en mi vida. ¡Es un libro de cuentos fabuloso!

¡Saludos!

Mª Antonia dijo...

Querido Antonio:
Cuanto más leo, veo, ojeo, palpo, siento, percibo, busco, huelo, pruebo... más tomo consciencia de mi gran, enorme, infinita ignorancia.
¡Qué maravilla es tener la oportunidad que nos brindas de leer tus reflexiones!
...Y gratamente a través de tu blog, descubro otro "escéptico apasionado", el Sr. Carlos Alberto Arellano cuyos comentarios sobre tu artículo me invita a retirar la costra mental que me impide llegar más allá de lo puramente visual, usual, material, físico... Me invita a profundizar en esta vida (la única) para intentar extraer lo mejor (dentro de todo lo absurdo e insustancial que nos rodea) y vivir así, un poco más feliz dentro de esta locura racional que practico cada día al levantarme.
Os bendigo y os nombro caballeros de mi devoción.
Mil abrazos y mil aplausos.

P.D.: Carlos, me has emocionado con tu alusión a los asilos y la comparación con una cárcel. ¡¡Qué razón tienes!!

Mª Antonia.

Carlos Alberto dijo...

Mari: ¡Muchísimas gracias! :)

Cuando tenga tiempo paso a conocer tu blog (con mucho gusto.)

¡Saludos! :)

lichazul dijo...

antonio...que me he quedado pensando
entre lo que escribíste y para donde apuntabas
la otra compañera ...esa que viene en el mismo paquete cuando llegamos a este mundo
siempre pisandonos los talones
y nosotros su contacto evitando.

no he recorrido tanto mundo literáreo
lo reconosco
pero las palabras y las filosofías
son más didáticas cuando las vives

un abrazo de paz
desde acá latitud sur bien al sur
casi al borde del mapa
elisa

Antonio Aguilera dijo...

He llegado ahora mismo del trabajo(de viaje) y mi mente queda desbordada con vuestros comentarios, los voy a imprimir, me los voy a llevar a casa y mañana os visitaré si madrugo.Buenas noches y hasta mañana amigos.

Anónimo dijo...

Estimado Antonio, me alegra enormemente que, de un arbolito tan pequeño como Literatura en Priego, estén creciendo frodosos árboles. Lo único que me apena es ver cómo muchos de "los nuestros" se están perdiendo estas maravillas experiencias.
Bravo, adelante.
Un abrazo muy fuerte

Antonio Aguilera dijo...

!Por fín puedo acceder para contestaros!. Lo mio es de juzgado de guardia. Si dispongo de una hora para venirme a los blogs con los amiguetes(como dice Santiago Segura"Torrente"), la mitad del tiempo se me va intentando entrar.
Mi muy ilustrado amigo Carlos Alberto,perdona por la tardanza,le dije a Mari si querías darle tu e-mail para cuando sucedan estos incidentes poder comunicarnos.Como habrás podido abservar compartimos afición por la "alta literatura", bueno no la que nosotros escribimos(perdón la mía me refiero), sino la de Russel, Borges etc.. En concreto la que más me gusta es la que ofrece un poco de resistencia, sobre todo la escrita por filósofos o poetas "locos", a pesar de que acabe uno también loco.(MI costilla ya me lo dice)Nietzche,Camus, Sartre,toda esta gente. Y español, el que más me pone es Fernando Savater, que por cierto,tiene una ´pequeña biografía hecha sobre Borges exquisita.En cuanto a mi formación, te diré que es poca(bachiller)y desordenada.Lo mismo te cojo los versos de Machado que acabo leyendo a Shopenauer. Pero hay muchísimos buenos escritores a los que no he leído(he estado 18 años sin leer, de los 18 a los 36). Si noto tu estilo exigente, ordenado y ortodoxo en tus escritos, supongo también en tus lecturas.De un verso de Neruda:"es tan corto el amor y es tan largo el olvido..", Yo asumo: "es tan corta la vida y son tantos los libros", no nos da tiempo a leer lo más ínfimo.Por eso yo ahora leo con esa ansia incontrolada que tenemos los autodidactos , siempre temerosos de no saber llenar los agujeros negros de nuestra incultura. Carlos Alberto, perdona que no te pueda atender como mínimo como tu me has atendido a mí (muy agradecido)con esa extensión, ese orden y esa calidad en las palabras.
En cuanto a los libros de Borges hay alguno que tu has leído y yo no, cinco en concreto, pero tu no mencionas"cinco ensayos Dantescos""Historia universal de la infamia" y un par biografías que andan por ahí. Pero ten en cuenta que Borges es vuestro "héroe literario nacional". Y aquí en España hay demasiados(los que no se les puede dar de lado es a El Quijote, y autores como Machado o Lorca). Quedo muy impresionado de lo que relatas de este cardiocirujano, que dejó de cabalgar y se echó a morir como El Quijote.
He dado una vuelta por tu blog pero no puedo entrar en la zona de comentarios, lo seguiré intentando. Un abrazo de tu nuevo amigo Antonio.

Antonio Aguilera dijo...

Elisa y mari muchas gracias por vuestras palabras. Rafael, a los tres nos vemos en el blog de Literatura en Priego.
Ah! se me ha olvidado invitar a Carlos Alberto para que visite nuestro blog de amigos de la biblioteca "Literatura en Priego". Carlos Alberto si lees esto quedas invitado
Un fuerte abrazo de vuestro incondicional antonio.

Carlos Alberto dijo...

Amigo Antonio: Esto que dices: «Mi muy ilustrado amigo Carlos Alberto», me ha hecho reír un poco. :)

No, Antonio, no soy tan ilustrado como crees o como (tal vez) yo pretendo hacerles creer a tus lectores. No, nada de eso. Me veo obligado, en este preciso instante, a desengañarlos con plenitud (antes que sea demasiado tarde.) Me gusta mucho leer, es cierto (he heredado de mi padre la pasión por la lectura) pero (como les pasa a todos los lectores del mundo) hay unos cuantos cientos de millones de libros que no he leído ni leeré jamás...

Sí, Antonio, mi IGNORANCIA sobre infinidad de temas es GIGANTESCA, ASOMBROSA, DESCOMUNAL. Es tan grande mi ignorancia, tan grande pero tan grande, que no cabría en el más MONSTRUOSO de los ABISMOS.

¡Saludos!

Antonio Aguilera dijo...

Estimado Carlos Alberto,
gracias por tu acto de humildad, todos tenemos millones de libros pendientes por leer.
Como un sabio dijo:"Cuanta más sabiduria tiene una persona, más extensa es la zona fronteriza que tiene con la ignorancia". muchas gracias, estaremos en contacto.

Carlos Alberto dijo...

Antonio: Puse durante un tiempo mi dirección de correo electrónico en mi blog, y los lectores comenzaron a escribirme. Entonces descubrí que no tengo tiempo para visitar blogs, leer con mucha atención los textos que allí encuentro, dejar mis comentarios, escribir textos en mi propio blog, leer los comentarios que me dejan y, además, contestar correos. No, Antonio, eso es demasiado para mí. No puedo hacerlo. Pido disculpas. ¡Una lástima!

¡Saludos!

Carlos Alberto dijo...

Antonio: Me siento un poco incómodo al decirte que ya sé, no me cabe ninguna duda de ello, que yo tampoco escribo «alta literatura» ¡Qué pena!

Imagínate: ¡Escribir como Borges! ¡Como Hemingway! (¿Leíste «El viejo y el mar»?) ¡Como García Márquez! (¿Leíste «Cien años de soledad»? ¡Qué maravilla!)

¡Saludos!

Carlos Alberto dijo...

Antonio: ¿Porqué 18 años sin leer?

Carlos Alberto dijo...

Antonio: De Pablo Neruda me fascina su poema en prosa «La palabra», que se encuentra en sus memorias: «Confieso que he vivido.»

«Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras...»

Y así sigue... ¡Maravilloso!

¡Saludos!

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Entrada premonitoria, querido Antonio. Mil gracias por enlazarla, ahora, con tu participación en la locura quijotesca que nos ha unido. Un fuerte abrazo.

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.