sábado, 22 de mayo de 2010

A cuyas voces salió Teresa Panza, su madre, hilando un copo de estopa, con una saya parda. Parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos
(Busqué una más  parecida a Teresa Panza pero no la encontré: espero que ésta no os desagrade, sobre todo a los chicos)

En este capítulo nos cuenta Cide Hamete Benegeli (el morillo ese que Cervantes convierte en su alter ego), el porqué de los arañazos y pellizcos perpetrados contra la dueña Rodríguez y don Quijote. Sucedió que, como la dueña Rodríguez (en adelante “la Rodri”) no dormía sola, sino acompañada de otra dueña (el Benengeli no nos ofrece datos sobre el posible lesbianismo de estas dueñas), la cual al echar de menos el calor de la Rodri, corrió el castillo de los duques hasta encontrar a su compañera de batallas en el aposento de don Quijote. “Apalancó” la presunta traicionada su oreja contra la puerta de don Quijote para intentar escuchar lo que allí dentro “se cocía”. ¡Y vaya si escuchó!: a la Rodri “rajando” de su jefa la duquesa y de Altisidora, Corrió la tal dueña a informar a la duquesa de los trapicheos que la Rodri se traía con don Quijote y, tras el oportuno permiso del duque, formaron una banda para dar singular escarmiento a los noctámbulos y, tal vez, adúlteros (o adúltera Rodri) murmuradores: “porque las afrentas que van derechas contra la hermosura y presunción de las mujeres, despierta en ellas en gran manera la ira y enciende el deseo de vengarse”.

La duquesa ordenó a un paje “discreto y agudo” que viajara para entregar a Teresa Panza una carta y un regalo.

Viajó raudo y veloz el paje hasta “un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme” donde lo primero que encontró fue un arroyuelo de cristalinas aguas (pues en aquel tiempo no existía aún el lavavajillas ni el detergente para lavadoras) en el cual se encontraba una troupe de féminas haciendo la colada. Preguntó el paje por Teresa Panza, a lo que contestó una desgreñada mocita que esa era su madre. Pues llévame ante ella, que albricias de tu padre os traigo -añadió el paje-.

“Finalmente, saltando, corriendo y brincando, llegó al pueblo la muchacha”, llamó con grandes voces a su madre diciéndole que su padre les mandaba cartas y otros regalos.

Salió su madre Teresa (que por las “pintas”, no podía ser la de Calcuta) vistiendo una saya parda “parecía según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos” (que parecía hubiese ejercido en la esquina del vicio: este día tenía Cervantes la líbido subida)

Inicia el paje la burla a Teresa Sancha poniéndose de hinojos ante ella, pidiéndole la mano para besar y llamándola señora gobernadora. La Panza le replica que se levante, que ella no es nada palaciega, sino hija y mujer de sendos destripaterrones. Entrega el criado el producto postal y una sarta de corales con extremos de oro a la señora Panza. Estos corales, una vez que son vistos por Sanchica, se convierten en fruto de disputa entre ella y su madre: porque la hija reclama lo que era propiedad de su padre y la madre se resiste a compartir lo que aún sus poco más de cuarenta años pueden lucir.

Pide Teresa al paje que le lea la carta que le remite la duquesa. En ella, la grande de España, la informa de las maravillas que Sancho, su marido, hace gobernando la Ínsula Barataria. Sancho, gobernador ejemplar. Aparte de relatarle  las cualidades de su esposo para la gobernabilidad, le pide la duquesa a Teresa que le mande con el paje un par de docenas de las más lustrosas bellotas que por aquellos encinares encuentre. Corales versus bellotas, buen trato el que se presenta a la señora Panza; no lo duda un momento. Y de la noche a la mañana se ve elevada a la categoría de gobernadora consorte. Las “relamidas y remilgadas” hidalgas del pueblo ahora sí que le van a tener envidia.

Las Panza le preparan al paje emisario unos huevos “empedrados” con tocino para que no desfallezca en el camino de vuelta hacia Aragón. Le hacen entrega de sendas cartas que un monaguillo les ha escrito para Sancho y la señora duquesa.

Nota Revulsiva:
Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia  coordina nuestro  Ardiente profesor Pedro Ojeda Escudero

15 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

Me he reìdo como siempre, Antonio.

Y he aprendido algo.


Saludos

MariaJU dijo...

Si Teresa Panza hubiera sido como la dama de la foto que ilustra tu siempre jocoso comentario, no hubiera habido paz entre caballero y escudero en un sólo capítulo, pues seguramente ésta hubiera sido la sin par Dulcinea y no Aldonza Lorenzo. ejjeejje

un abrazo, Antonio

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Si, me gusta la tipa esa Antonio, Hummmm, deliciosa.

Nota para tu comentario: un 10, como siempre...!

Un abrazo.

Asun dijo...

¿tu crees que con una Teresa como esa Sancho se habría ido por esos campos con nuestro Quijote a pasar penalidades?

Por Dios,Antonio, ¿cómo se te puede ocurrir comparar a nuestra gobernadora con las trabajadoras del vicio? Ya verás tu como se entere Sancho, sale de Barataria como alma que lleva el diablo.

Muy divertida tu visión del capítulo.

Besos

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Bueno antonio...si esa llega a ser algunas de las panza...el paje....hubiera cambiado la última vocal...no se que...pero seguro que con el duque y la duquesa no vuelve....ya veo que vuelves a las andadas...y me alegro....un abrazo

Merche Pallarés dijo...

Ja,ja,ja... como ASUN tampoco creo que Sancho se hubiese ido con nuestro Quijo en su pollina si hubiera tenido esa "jaca" en casa... Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Pobre gente del pueblo si las únicas noticias que recibe de la Corte son éstas...
Por cierto, parecido a Sanchica no veo...

pancho dijo...

Como dice nota a pie de página en mi libro, la descripción de Teresa da pie a todo tipo de elucubraciones acerca de su ocupación durante la ausencia del escudero de hidalgo probe.

El paje hace un buen papel a la hora de convencer a las señoras, caen en el engaño sin muchas ganas de poner peros.

En tu línea divertida, pero al mismo tiempo de mirada en profundidad, que es lo difícil.

un abrazo.

Kety dijo...

¡Hombre!, hay que situarse en la época. No seáis malos.
A Sanchica le faltaba un centro comercial-Zara, El Corte Inglés...-,y una lavadora. ;-)

Me gusta tu ironía.

Abejita de la Vega dijo...

Esa foto, no sé, no sé. Yo me imagino a Teresa trabajando con la azada y el arado. La saya se le ha quedado corta, ha podido encoger, puede haberse quemado un trozo por arrimarse a la lumbre...A lo de la camisa de pechos, no se me ocurre explicación. El Quijote tiene tantas lecturas como lectores.
Probe Teresa, probe Sanchica. En mi comentario puse así el adjetivo en tu honor.

Un abrazo

Paco Cuesta dijo...

La Rodri como dices dormía acompañada, y es que "las penas con pan son menos".

Myriam dijo...

Par Dios, Hombre, que si ésta es TERESA PANZA; yo soy la VENUS DE MILO...

¿Por casualidad, no has encontrado a ningún Tereso?

Anónimo dijo...

opino como tu! muy buen info
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Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el articulo, muchos saludos desde Chile!

Anónimo dijo...

Saludos, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.